Tres días de duelo por el ex presidente, ninguno por las víctimas de sus órdenes represivas. Encabezó la Alianza que llegó al poder como el «mal menor» y se tuvo que ir antes de terminar su mandato, luego de desatar una masacre en todo el país.
“No me alegra la muerte de De la Rúa. Tendría que haber pagado por los 39 muertos que dejó tras su gobierno. Pero así de injusta es la justicia a veces”. Las frases de María Arena sintetizan el sentimiento de miles, opuesto a otros miles que estarán pensando en poner su nombre a una calle o a una escuela. Son más las muertes que le pesan a este ex presidente muerto, porque durante su gobierno hubo 483 asesinatos por gatillo fácil y en lugares de detención, y 42 personas dejaron su vida a manos de balas estatales durante represiones a la protesta social, entre ellas Mauro Ojeda y Francisco Escobar en 1999, Aníbal Verón, Omar Barrios, Carlos Santillán y otros en 2000 y 2001, además de los 39 de diciembre, antes de subir al helicóptero mientras la sangre regaba el microcentro y varias ciudades de todo el país. “No olvidamos y no perdonamos. Ojalá pase a la historia como el asesino impune que fue”, resumió Arena, esposa de Gastón Riva, el motoquero que cayó sobre avenida de Mayo.
“De la Rúa murió a los 81 años, pero David a los 13 años, Miguel a los 15 años, Eloísa a los 13 años, Romina a los 15 años, Diego a los 26 años, Cristian a los 23, Damian a los 16, Gaston a los 30 años, Ariel a los 30, Walter a los 17 años, Yanina a los 18 años, Roberto a los 19 años, Gustavo a los 30 años, Petete a los 24 años, Ricardo a los 23 años, Juan a los 28 años, Ramón a los 22 años, Diego a los 24 años, Sergio a los 20, Julio a los 15 años, Graciela a los 35 años, Rubén a los 24 años, por nombrar algunas de las edades de las víctimas del 19 y 20 del 2001”, escribió Ayelén Velázquez, autora del documental 39, que presenta los testimonios de los familiares y amigos de las víctimas de aquella masacre con la que el gobierno de la Alianza sofocó la pueblada que los expulsó del poder: en un 80 por ciento no tenían más de 30 años, y 10 eran menores de edad».
Mucho antes del juicio oral, el ex presidente de la Alianza nacida entre la UCR y el Frepaso, había logrado zafar de la acusación como autor mediato de la masacre del 19 y 20 de diciembre. En su defensa había dicho que mientras estaba en su despacho en la Casa Rosada no se enteró de las muertes en las calles. Aunque hubiera tenido el televisor apagado, sus funcionarios estaban en contacto directo con la policía que reprimía desde la noche anterior.
La abogada María del Carmen Verdú, de Correpi (Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional) dijo a esta periodista: “Llegamos hasta la última instancia y fue confirmado el sobreseimiento, habíamos protestado cuando De la Rúa declaró como simple testigo, es decir como tercero ajeno al hecho, en el juicio oral” contra sus ex funcionarios Enrique Mathov y Rubén Santos. “Estuvo brevemente procesado por el juez Claudio Bonadio, la Cámara lo revocó y la Corte confirmó su sobreseimiento, ya no había chances contra él”, completó. Tanto Correpi como el Cels (Centro de Estudios Legales y Sociales) fueron querellantes en aquel proceso y éste último organismo de derechos humanos insistió ante el Máximo Tribunal por el dictado del estado de sitio que firmó el fallecido presidente. Para el Cels, De la Rúa decretó el estado de sitio sin dar intervención al Congreso, con la excusa de que estaba en receso. Y además fue tan irregular su aplicación que en el texto del mismo figuran los nombres de los detenidos, es decir que hicieron arrestos “de facto” y luego blanquearon a algunos poniendo sus nombres en el decreto que decía que estaban a disposición del Poder Ejecutivo. “Pero aún en el entendimiento de la supuesta legalidad de esa medida extrema, tienen que hacerse cargo de las consecuencias de haberlo aplicado de la manera que lo hicieron, es como manejar borracho, no está prohibido pero puede tener efectos letales con sanciones penales”, sostuvo el abogado Rodrigo Borda, representante de familiares de Lamagna y Riva, dos de las víctimas.
A como dé lugar
«La orden del Poder Ejecutivo fue desalojar la Plaza de Mayo, a cómo dé lugar». Así dijeron los testigos en el juicio oral, que terminó con la condena de Mathov y Santos. Es decir, la orden vino de De la Rúa.
Demetrio Cárdenas estaba en su casa, pendiente de los saqueos del barrio, cuando lo enfureció De la Rúa anunciando por televisión el estado de sitio, y por eso fue a la calle, donde encontró su muerte.
El día de la muerte del ex presidente coincidió con el desfile «patrio» del 9 de julio. «Mientras tanto, en el desfile que organiza el gobierno nacional por el 9 de julio, desfilan las policías que se dedican a la represión interna, como las que mataron a decenas de personas por orden de De la Rúa el 20 de diciembre», escribió el abogado Matías Aufieri, del Ceprodh. De ese organismo también opinó Agustín Comas: «Murió Fernando de la Rúa. Ese que llegó porqué había que sacar a otro. Ese que terminó fugándose en un helicóptero tras una rebelión popular. Ese que recordaremos como el principal responsable de los asesinatos de la represión del 2001». Y Federico Berg, desde otra generación, avalaba este enfoque. Mi primer voto, a los 19 años, fue a De la Rúa. Lo voté para que no ganara Duhalde. Esa fue mi primera y última experiencia electoral con el criterio del «mal menor».
La voz de los familiares de las víctimas siempre fue clara. Sus palabras de 2017 bien podrían haber sido escritas hoy: “Cuando el Poder Ejecutivo vuelve a desplegar la represión de la protesta popular, la historia regresa como un boomerang”.
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Para Anita Fefalas «murió De la Rúa y yo no dejo de pensar en Pocho Lepratti. ‘Bajen las armas, que aquí solo hay pibes comiendo’, fueron sus últimas palabras desde el techo del comedor, ese 19 de diciembre de 2001, antes de que una bala le atraviese la garganta. No festejo muertes, pero elijo qué muertos llorar».
El abogado Sergio «Cherko» Smietnianski, conoció a una de las víctimas, Petete Almirón. Ayer escribió: «De la Rúa se murió impune. Jamás pagó ni con un día de cárcel por los crímenes del 19/20. Uno de los asesinados en las inmediaciones de Plaza de Mayo fue nuestro amigo y compañero Carlos ‘Petete’ Almiron. Ese día llegamos juntos a la Plaza y una horda de tiros y gases disparados por los represores de siempre nos recibió a modo de bienvenida. Lo perdí de vista en esos momentos en que cada esquina se vistió de barricada. Nunca mas lo volví a ver. Quedaron pendientes abrazos, risas, encuentros, sueños y mucha vida. Pero por sobre todo quedó pendiente mucha lucha, una de ellas es la de echarlos a todos, ya que al fin y al cabo no se fue nadie. Esa aún te la debemos Carlitos, pero quedate tranqui que a pesar de todo, en eso estamos».
En la nota de Crónica sobre su muerte la familia anunció que no emitiría ningún comunicado, como si acaso hubiera algo para agregar a la absolución por muerte del “aburrido” que resultó ser también igual de letal como mandatario que sus antecesores y que sus predecesores, si de violencia estatal se trata.
(Foto Demetrio Cárdenas desangrándose en las escalinatas del Congreso. crédito Gonzalo Martínez)