“Fue como dicen que es el infierno”

Lautaro tiene siete y Joaquín nueve años. Junto a su mamá y su abuela fueron privados de la libertad durante las seis horas que los gendarmes hicieron lo que quisieron en la Pu Lof de Cushamen, los mantuvieron cautivos en la misma casilla de guardia donde había dormido Santiago Maldonado. “Tienen muchas metralletas, están preparados para un allanamiento. Empezaron a quemar ropa de compañeros, sillas, nuestros juguetes, todo. Balazos y gas lacrimógeno. Es como lo que dicen que es el infierno. Cuando lo veo a Santiago sentí como orgullo y lo dibujé. Lo mataron obviamente los policías”. Con sus palabras y sus dibujos contaron lo que vivieron el 1 de agosto al colectivo El Paso (www.elpaso.com.ar), un grupo de comunicadoras y comunicadores que relevaron pasado y presente de once de las comunidades mapuche de la Patagonia que vienen recuperando territorio desde los años ‘90. “Somos como un ciprés o un coihue, somos nativos, mapuche quiere decir  hijos de la tierra. Y la tierra se está lamentando porque vienen a asesinarla, y a nosotros también”, cuentan los que dieron testimonio en ese trabajo interactivo que busca ser un primer paso en el acercamiento hacia estos pueblos originarios atravesados por el hostigamiento, la represión y la desaparición forzada. En 2003 desapareció el joven mapuche Iván Torres, por cuyo caso la Corte Interamericana de Derechos Humanos de la OEA condenó en 2011 al estado argentino. Dos años más tarde Cristian y Genaro Calfullanca se sumaron a una lista de 145 desaparecidos mapuche, según precisó la activista Moira Millán.

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Facundo Jones Huala anunció que hacía huelga de hambre para exigir el fin del hostigamiento a los jóvenes mapuche que el 25 de noviembre bajaron el cuerpo moribundo de Rafael Nahuel del cerro en la Lof Lafken Winkul Mapu, en Villa Mascardi, La incursión de Prefectura sucedió dos días después de un violentísimo procedimiento de desalojo, que incluyó torturas a una niña mapuche, una machi (sanadora), a quien obligaron a comer tierra. Pero el lonko también había dejado de ingerir líquidos porque sus carceleros del Servicio Penitenciario no le permitían realizar la ceremonia del Wiñoy Tripantu –el año nuevo indígena o más bien el inicio del acercamiento de la Tierra al Sol– de acuerdo a la práctica de sus rituales ancestrales, que implicaba la entrada al penal de un número determinado de personas, un fogón, una conversación entre ancianos y jóvenes, cantos y juegos, a la espera del lucero del alba. Entre los elementos autorizados para ser ingresados a la cárcel de Esquel había cuchillos, y allá fueron los voceros oficialistas a burlarse.

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Poco importa detenerse en ellos. Parecía una nimiedad el pedido del lonko. incluso en comparación con las batallas que venían librando. Su mamá Isabel y su compañera Andrea explicaron entonces que era como ir a Misa de Gallo en soledad, o hacerlo sin permitirle comulgar. En ese momento el patrón de pensamiento dominante crujió ante la evidencia de la complejidad del escenario donde transcurrió uno de los crímenes de Estado de mayor resonancia de las últimas décadas, que trasciende militancias y minorías intensas.

 

Entender cabalmente lo que pasó con Santiago implica transmutar la propia mirada, aunque no sea con empatía al menos con la mente abierta. Estaba por deseo propio en territorio mapuche, un pueblo originario que con hondas de revoleo disputa ese espacio al gigante de los United Colors. Ese grupo resolvió recuperar su identidad a través del regreso a su lugar de origen, los jóvenes dejaron los barrios marginales de las ciudades y se entregaron a un nuevo modo de vida que incluye abstenerse del alcohol y otras sustancias que alteran el estado de conciencia, que ellos mantienen alerta por su vínculo con la Mapu (madre tierra). El costo comenzaron a pagarlo a poco del inicio de la recuperación territorial, en 2015, y con la llegada de Cambiemos se convirtieron en el enemigo interno perfecto, víctimas de la misma represión estatal que alcanzó al Brujo. Balas de plomo y procesos judiciales los castigaron a pesar de que cubrieron sus rostros para no ser identificados. A un año de la desaparición de Maldonado, los pobladores de la Lof en Resistencia tienen decenas de causas abiertas –algunas iniciadas incluso antes, cuando los reprimieron en enero de 2017–, les aplican el Código Penal por ejercer su derecho a la protesta. En el expediente por la represión de noviembre en Villa Mascardi, ocurrida el mismo día que en 25 de Mayo velaban a Santiago, quedaron imputados Fausto Jones Huala y Lautaro González, quienes bajaron el cuerpo de Rafita, y el prefecto Javier Francisco Pintos que le disparó por la espalda sigue libre.

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Los gritos de dolor de los mapuche cuando el cuerpo de Maldonado apareció literalmente delante de sus narices, en una parte del río Chubut donde buscan el agua cada día para cocinar y beber (muchos de los demás 800 kilómetros que tiene de extensión los controla Benetton), nacieron de sus entrañas porque el Brujo había sido por algunos meses parte de ellos. No estaba en la Lof de paseo o haciendo un estudio antropológico, acudió porque los jóvenes weichafes (guerreros) tenían a la mitad de los suyos presos en Bariloche luego de la represión a la protesta por el mes de prisión de Jones Huala, cuando la policía estrelló contra las rejas el rostro de su prima Romina y le partió los dientes. La muerte de Santiago no los puso en la mira, ya estaban marcados, aunque dio una visibilidad a su reclamo que jamás hubieran imaginado. También superó su capacidad de respuesta. Fueron tan intensos aquellos primeros días cuando Santiago Maldonado estaba desaparecido, que el miedo se mezcló con la desconfianza hacia la justicia huinca (blanca), los envolvió en un torbellino y los hizo trastabillar. Tuvieron que responder ya no a la maquinaria del gobierno sino a la familia Maldonado, hacer su aporte para esclarecer qué pasó en la orilla del río. Aún quienes respetan y comprenden sus creencias y su lucha esperan que completen esa tarea, que quedó trunca. Ellos contestan que aunque vuelvan a hablar no les creen.

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Además de Matías Santana al menos seis de jóvenes mapuche habrían visto que se lo llevó un camión de Gendarmería, pero ese testimonio en la causa aún sigue sin ser respaldado por los demás. En lugar de cuestionar que los gendarmes lavaron los vehículos, el gobierno y sus comunicadores estrella levantaron el dedo para cuestionarlo y estigmatizarlo. Con la aparición del cuerpo el 17 de octubre el oficialismo, que había negado inicialmente su presencia en el lugar, consolidó la versión de que siempre estuvo ahí, sumergido en un pozo. Es más fácil culpar a las víctimas y acusarlas de mentir para ocultar que tampoco hay explicación lógica sobre los cuatro procedimientos previos en ese mismo lugar, que dieron negativo. Cambiemos y sus chupamedias festejaron cuando apareció el cadáver, dos días antes de las elecciones. No era para menos, se desinflaba así la presión internacional y local por su desaparición. Pero hasta hoy no dieron una sola explicación que quite a la familia decenas de dudas que abonan su sospecha de que ese cuerpo no estuvo allí 78 días.

Si acaso concediéramos que Maldonado estuvo en ese pozo y no en manos de los verdeoliva, está más que probado en la investigación que a las once de la mañana del 1 de agosto los gendarmes lo perseguían hasta el río a menos de un minuto de distancia. Como dijo su hermano, en cualquier escenario el Estado sigue siendo responsable, el operativo ilegal y la flagrancia inventada son hechos ya comprobados.

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Contagia la cosmovisión que apunta al buen vivir en armonía con la naturaleza, le pasó a los amigos blancos de los mapuche, wenüy, que armaron una red de apoyo a las comunidades indígenas de la zona, y que actualmente también están criminalizados, amenazados y perseguidos. Le pasó a Maldonado, por eso detuvo su marcha de mochilero y se quedó en El Bolsón, a vivir en una biblioteca anarquista.

¿Molotov? No. Motosierra

Una nueva operación impulsada por el gobierno de Cambiemos superó todos los límites éticos del oficio y revictimizó a Santiago Maldonado, además de ensuciar una vez más el nombre de su amigo, el testigo Ariel Garzi. Luego de que el portal Infobae publicara el supuesto contenido de una escucha, ya declarada ilegal por la justicia, de un diálogo que Garzi tuvo con su mamá el 18 de octubre, este joven salió a desmentir que esas hayan sido sus palabras. Maldonado no sólo no arrojó ninguna bomba molotov mientras escapaba de los gendarmes que reprimían el 1 de agosto en la Pu Lof de Cushamen, sino que se deshizo de la caja con dos botellas de nafta que, según su amigo, los mapuches le habían dejado a cargo. Una fuente que conoce desde hace años a la comunidad que recuperó su territorio a manos de Benetton en 2015 afirmó a Ojos Vendados que esos frascos con combustible eran para alimentar una motosierra. Del mismo modo, durante el secuestro de sus pertenencias, que nunca les devolvieron, el gobierno y sus operadores mediáticos se cansaron de repetir que los mapuches tenían armas, al referirse a las herramientas de labranza de la tierra: palas, martillos, picos. A Garzi los comuneros le habían contado que tenían las botellas como último recurso ante la embestida de los uniformados, pero en cualquier caso jamás fueron arrojadas salvo al piso. Así lo muestran las fotos que hay en el expediente: dos botellas vacías en una caja. El inicio de la novela berreta que publicó Infobae. 

La foto de Gustavo Zaninelli que ilustra esta entrevista fue tomada durante el violento operativo del 18 de septiembre en la Lof de Cushamen. Según Infobae la escucha es del 18 de octubre, es decir un día después de la aparición de cadáver de Santiago, y además cuando, en teoría, ya había cesado esa actividad ilegal por disposición del nuevo juez de la causa. Ambas fechas son el contexto de conversaciones privadas que ese portal omite al difundirlas, tergiversarlas y sacarlas de su contexto. 

“Muchas cosas que dicen las supuestas escuchas son mentiras, no son mis palabras, y en ningún momento dije ‘Santiago tiró bombas molotov’”. Ariel Garzi tiene casi la misma edad que Santiago Maldonado, y se conocieron en abril de 2017, cuando el tatuador anarquista llegó a El Bolsón. A poco de cumplirse un año de su desaparición y muerte durante la represión de Gendarmería a la comunidad mapuche de Cushamen, el joven se siente acorralado: sigue imputado por la causa abierta en enero, donde acudió a ayudar a los mapuches que estaban siendo reprimidos por gendarmes y policías de Chubut, le sugieren que no responda. Pero esta vez dice que fueron demasiado lejos, se metieron con su familia. El diálogo publicado por un medio el domingo, que reproduce una supuesta escucha de su teléfono, tergiversó sus dichos. “Jamás dije que Santiago haya tirado bombas, lo que tiró fue la caja al piso para poder salir corriendo, y la mujer con la que hablo es mi mamá, esto es zarpado, y con cada nota de estas los fachos en Facebook me mandan fotos del cadáver de Santi”, expresó en diálogo con esta periodista.

“Ellos siguen diciendo que la llamada del 2 de agosto no existió, la hice al celular chileno de Santi pero como las antenas de Chile responden que no la recibieron dicen que yo miento. Está comprobado que la llamada fue atendida en Esquel, no en Chile, y si salta quiénes estaban ahí en ese momento se le cae todo el circo”, completó en defensa de sus dichos, y envió la copia con la firma del apoderado de Telefónica.

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La nueva “operación molotov” dictada por los funcionarios de Cambiemos no tiene un solo anclaje probatorio en la causa: el cóctel explosivo –que tomó su nombre del ruso ViacheslavMólotov, comisario del Pueblo para los Asuntos Exteriores de la Unión Soviética, durante la Guerra de Invierno de 1939 cuando ese país atacó Finlandia—no figura en ninguna de las fojas de los voluminosos cuerpos que se acumulan en el juzgado federal de Rawson. “Lo único que sabemos que tenía Santiago en la mano, al momento de salir corriendo al río, era la mochila que no encontramos”, dijo la abogada de los Maldonado, Verónica Heredia. En sendos expedientes hay fotos de frascos vacíos pero no figura mención alguna a bombas caseras. Además, en ninguna de las declaraciones de los gendarmes consta que hayan dicho que Santiago les arrojó elemento alguno. El ex juez del caso, Guido Otranto, y la fiscal federal Silvina Avila habían intervenido los teléfonos de Sergio Maldonado, la mapuche Claudina Pilquiman, una integrante de la red de apoyo a comunidades aborígenes de El Bolsón y al amigo de Santiago, Garzí, con el presunto objetivo de encontrar al tatuador anarquista que estaba desaparecido desde el 1 de agosto. Sin embargo, este año usaron el contenido de esas conversaciones en las causas iniciadas por el gobierno contra los testigos mapuches del caso Maldonado y los abogados peticionantes ante la CIDH. Ante la insistencia a Lleral para que se las enviara, este juez decidió anularlas por ilegales e inconstitucionales, dado que invadieron la privacidad de las víctimas, y ordenó que fueran destruidas. La fiscal Avila se opuso y el tema está a punto de ser definido en segunda instancia.

–La Cámara de Comodoro Rivadavia advirtió que la difusión de las escuchas ya declaradas ilegales en primera instancia es un delito de acción pública.

–No tengo abogados que me representen en la causa por las escuchas a la familia de Santiago. Podría enviar cartas documentos y hacerles juicios a todos, pero por ahora no hasta que no se defina mi situación en la causa en que estoy imputado, la de enero cuando nos reprimieron, casi nos matan pero terminamos acusados nosotros y en breve vamos a juicio. Pero es una cizaña zarpada que afecta un montón, te afecta en lo psicológico, me levanto un domingo y un amigo me avisa que me tome un calmante antes de leer la nota que salió (en Infobae). Muchas cosas de esas escuchas son ciertas, pero muchas otras son mentiras, y el nombre que ensucian ahí es el mío.

–¿Existió una conversación el 18 de octubre como salió?

–Sí, pero cuando la leo me doy cuenta enseguida que esto o aquello yo no lo dije, no son mis palabras. No hay certeza de que las transcripciones que mencionan sean reales.

–¿Quién es la mujer con la que hablaste?

–Estoy convencido de que es mi vieja.

–¿En serio?

–Sí, hasta donde recuerdo, y es lo que más escalofrío me da porque se están zarpando. Es mucho. Me llamó mi vieja y me dice ‘che Ari, esa no es la conversación que tuvimos nosotros?’. Ella me dice que me vaya del país. En esos días mi teléfono estaba prendido fuego pero estoy seguro que fue mi mamá, a nadie más le contaría que me ofrecieron sacarme del país.

–El 18 de septiembre el juez Otranto con la presencia de Gonzalo Cané encabezaron un operativo muy violento con 300 efectivos del GEOP, cuando torturaron a los testigos mapuches y Julio Saquero tuvo un paro cardíaco, e incluso Sergio Maldonado dijo en un retén cuando no lo dejaron pasar, que no sea cosa que tiren el cuerpo de su hermano. 

–Tal cual, fue muy fuerte, la ruta cortada rodeado de milicos, ver helicópteros y avionetas pasando, nos levantan el corte y cuando vamos estaban los soldados apuntándonos con ametralladoras a la cabeza. Veíamos a Matías y los demás peñi precintados en el piso, pero sólo teníamos impotencia desde la tranquera, demasiada adrenalina. Hacen operativos cerrojo que dejan aislada a la comunidad, y fue el mismo día que Claudio Andrade dijo en Twitter que habían encontrado el cuerpo de Santiago a unos 500 metros del puesto de guardia. Un mes antes de que apareciera el cuerpo. ¿Cómo sabía?

–Volvamos al 1 de agosto, ¿había molotov?

–Yo no estuve ese día, pero después de lo que pasó con Santi yo estuve hablando con los chicos de la comunidad. Como Santi no sabía usar la onda de revoleo, no podían dejar que alguien tire con las manos si venían los gendarmes y entonces lo dejaron a cargo de una caja con dos o tres botellas con nafta, por si se pudría más todo. Pero cuando empiezan los disparos uno de los chicos le grita ‘Brujo, la caja’ y cuando se dan vuelta el Santi había tirado la caja al piso y se defendía a piedrazos con las manos. En ningún momento yo dije ‘Santiago tiró bombas molotov’, como tampoco consta en ningún peritajeque diga que los efectivos fueron agredidos con bombas molotov. La periodista dice que yo digo que Santiago tiró bombas a Gendarmería y jamás yo dije eso. Esos frascos nunca cumplieron su objetivo, no fueron arrojadas prendidas fuego ni nada, los chicos sólo tiraron piedrazos, y así se ve en los videos. Luego sigue el armado de ella, y es un delirio, si te está corriendo la policía ni se te va a ocurrir correr al río cargando una caja de molotov, tirás la caja y corrés más rápido. No tiene lógica lo que escriben. Es la misma periodista que se disfrazó de policía para ingresar a los rastrillajes. Son un equipo que juega con la psicológica de la gente. Me denuncian por asociación ilícita, pero la secretaria de Avila es la esposa de Otranto. Ellos manejan el poder de Chubut, las pruebas están. Pero la gente tiene podrida la cabeza por lo que dicen en la tele. Hasta familiares me han dicho que miento, y peor, que soy responsable de lo que le pasó a mi amigo. Un delirio absoluto.

–¿Qué pasó entonces?

–Santiago estaba detrás de los peñi que tenían las ondas de revoleo, pero cuando el avance de Gendarmería los sobrepasó pegaron el grito y ya Santi estaba tirando piedras nomás. Yo conocía al Brujo, si hubiera tenido posibilidad o intención de tirar bombas lo hubiera hecho, pero es muy pesado eso. Pero en el momento entre los disparos no te vas a poner con el encendedor a prender fuego el trapito y tirar la botella. Parece que la represión es una situación larga pero dura pocos minutos, es todo muy rápido.

–¿Cuándo los peñi corren al río Santiago queda solo con la caja?

–No, eso fue antes. Por lo que me contaron él se deshizo de las botellas antes que Gendarmería rompiera la tranquera para entrar a la comunidad. Estaba a cargo cuando los gendarmes disparaban desde la ruta, pero cuando ya entran las había tirado hacía rato, estaban de repliegue. Ni siquiera creo que haya pensado en eliminarlas, supongo que quiso liberarse para poder correr, son momentos de mucha adrenalina, escuchar las balas zumbar, lo viví en enero y los segundos en la mente. Sólo atinás a tirar piedras o a correr, no te vas a poner a prender una bomba, parece una pavada pero no podes escapar cargando una caja. Santiago volvió a la casilla a buscar su mochila, y sale corriendo de nuevo hacia el río. La caja la descartó antes, cuando escuchó que había que replegarse. Eran siete pibes contra 150 milicos, no te vas a quedar a dos metros para enfrentarlos, vas a correr antes.

–Usted supuestamente menciona en su charla a “la Uno” que lo iba a ayudar a salir del país.

–No sé qué es la Uno. (N.d.R: relee el párrafo de la nota de Infobae). En ese momento mucha gente de El Bolsón vino a recomendarme que me fuera un tiempo. Se ve que transcriben cualquier cosa, puso que Santiago estaba meta ‘toscuso’ y ‘toncaso’, cuando es toscazo, piedras, toscas. Ponen cualquier cosa, no sé qué es un toncazo.

–¿Tiene una filiación política con una referente que llamen Uno?

–No, no estoy en ninguna agrupación política, no estoy con nadie, me causa gracia que digan que soy ultrakirchnerista. Podría definirme anarquista, no hay ni uno ni dos.

–Cuando acudió ante el juez Otranto por la llamada que le hizo a Maldonado el 2 de agosto relató los cinco episodios de hostigamiento policial que había sufrido desde la represión de enero. ¿Qué le dijo el juez?

–Jamás dije que era testigo protegido, pero está en los videos que nos tomaban en ese despacho, y esa conversación con el juez empieza con él diciéndome a mí ‘Garzi usted va a quedar como testigo de identidad reservada’, es decir, surgió de él. Luego se dijo cualquier cosa y quedó como que yo era testigo protegido, pero jamás aceptaría eso porque implica que te cuide la policía. Me filmaron y me grabaron con un grabador sobre la mesa. La ministra Bullrich parece que no se enteró y me mencionó a mí, a mi papá y hasta a dónde vivía.

–¿Por qué el gobierno sigue diciendo que no existió la llamada del 2 de agosto que hace al celular de Santiago y fue atendida?

–Yo sólo tenía el celular con línea chilena de Santiago, y el gobierno se agarra de que las antenas de Chile no recibieron el impacto. Pero la llamada fue saliente en El Bolsón y entrante en Esquel, Argentina, no en Chile. El perito Ariel Garbarz analizó que alrededor del teléfono de Santiago había siete celulares, Otranto y Avila nunca lo recibieron. Pero finalmente el apoderado de Telefónica sacó un comunicado diciendo que la llamada fue exitosa con una duración de 22 segundos, cómo había dicho yo. La llamada me la atendieron, recuerdo muy bien el silencio y los pasos. Ellos insisten en que Chile les dijo que la llamada no existió, eso fue porque nunca salió del país mi llamada. Tienen que decir que Garzi miente porque si se les da vuelta este tema se les desmorona la pirámide, ahí vamos a saber quiénes estaban al lado del teléfono de Santi. ¿Qué pasa si resulta que era (los funcionarios Pablo) Noceti, Otranto, o fue atendida en la estancia Leleque de Benetton? Se les cae todo el circo. Acá no hay muchos lugares con señal, el abanico no es muy amplio.

–Lo acusan de distorsionar los hechos ¿a casi un año de la desaparición de Maldonado cómo vive esta situación?

–En este país las víctimas somos las responsables. Es una tortura todos los días, por más que decida calmarme, guardarme o hacerme invisible, me desayuno con estas notas. Cuando salen en diario en papel mi vieja me las manda: Ariel Garzi miente.A Santi ya lo velamos y sigue presente, es un dolor presente todos los días, hasta que no se sepa la verdad es una espina adentro sabiendo que los culpables son beneficiados y perdonados, y nosotros, sin ponerme en papel de víctima pero nos están atacando de manera impresionante,se meten ya con nuestra familia, no paran. Y no tengo herramientas para defenderme, usted es la primera persona que se ofreció para hacerme una entrevista desde que empezaron las denuncias. Las voces se fueron achicando, y así no puedo salir a responder todas las barbaridades que dicen de mí. Es una contradicción, hace ocho meses que me quedé callado y no hablo ni del gobierno ni de Gendarmería, y me atacaron más que nunca. ¿Entonces me quedo tomando mate hasta que me metan preso? Vino la Federal a decirme que no puedo salir de Bariloche sin avisar al juzgado. No me importan la lluvia de mensajes de los fachos de Facebook, pero hasta hoy me siguen mandando las fotos del cadáver de Santi, que difundió un médico de la Federal. ¿Qué pasó con ese tipo? Nada. Podrán pensar diferente esos medios pero no tienen derecho a ensuciarme de esta manera. En TN me dedicaron un programa entero, que era mentira la llamada, que soy ultrakirchnerista, que estuve preso por prender fuego a La Trochita en enero. Fui preso porque nos enfrentamos a 150 milicos, no prendí ni la fogata de la salamandra. ¿Hasta cuándo van a ensuciar mi nombre y el de mi familia? Si tuviese una oportunidad lo hago, necesito conseguir a alguien que me ayude a dar vuelta la torta e ir a fondo. Es cuestión de coraje y organización, se puede. Es por mi dignidad.

(Versión completa de la entrevista publicada el 27 de junio en Página12)

 

El arte de encubrir(se) con escuchas ilegales

En las próximas horas habrá dos importantes audiencias en Chubut, en las que se definirá si las escuchas a la familia Maldonado que la justicia declaró nulas son finalmente destruidas, y si la fiscal federal Silvina Avila sigue en el caso a pesar de haber sido recusada por las querellas. Sus argumentos para evitar que las conversaciones sean destruidas coinciden con las filtraciones de las mismas difundidas por algunos medios: la familia, los mapuches y los abogados fueron parte de un complot contra Gendarmería. El viejo truco de ensuciar a las víctimas para encubrir sus propias movidas en el expediente a favor del gobierno, desde el minuto cero del caso. «Escuchando a Sergio no iban a encontrar a Santiago», dijo a Ojos Vendados la abogada de la familia, Verónica Heredia.

(foto Gustavo Zaninelli)

Contra viento y marea, la fiscal del caso Maldonado se aferra al expediente para evitar ser apartada, pero sigue recibiendo cuestionamientos porque insiste en su tesis de acusar a las víctimas de haber urdido una conspiración contra los que visten uniforme verdeoliva. Silvina Avila pidió que no sean destruidos los audios de las escuchas al entorno y la familia del tatuador, que desapareció hace diez meses luego de un operativo represivo de Gendarmería en la Pu Lof en Resistencia. Lo hizo al apelar la decisión del actual juez de la causa, Gustavo Lleral, quien hace un mes determinó que esas “pinchaduras” ordenadas por su antecesor, Guido Otranto, son nulas, ilegítimas e inconstitucionales para una investigación de habeas corpus. De hecho, fueron hechas cuando el cuerpo de Santiago aún no había aparecido. “El gobierno y la fiscal, pretenden descargar la responsabilidad por la muerte de Santiago en los mapuches, con su lógica, terminan castigando a quienes denunciaron los abusos y atropellos de las fuerzas de seguridad y premiando a sus responsables, pero siempre desde la Asamblea Permanante por los Derechos Humanos sostuvimos que el operativo fue violento e ilegal, se fraguó una flagrancia y resultó en la muerte de una persona”, dijo Gisela Cardozo, una de las presidentas de la APDH, querellante en la causa. “Patricia Bullrich se aferra a teorías de complot con el único fin de perseguir a los que denuncian los abusos y no investigar la cadena de mando en las responsabilidades”, agregó.

Avila y Otranto impulsan la causa abierta por la denuncia del ministerio de Seguridad, una de las tres querellas del gobierno contra los mapuches, que acusa a personas allegadas a Maldonado de haber entorpecido la investigación sobre su desaparición y muerte con la intención de inculpar a la Gendarmería. Tanto la fiscal como el juez usaron parte de esas conversaciones como supuestas pruebas de que hubo un “plan coordinado por los miembros de la comunidad”. La reciente difusión pública de parte de esas conversaciones privadas apuntó a tratar de desacreditar los testimonios clave del caso, que en su momento determinaron la emisión de una medida cautelar contra el Estado por parte de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA. El ataque oficialista de la mano de juez y fiscal incluye la acusación de asociación ilícita, fraude procesal y falsa denuncia contra los abogados peticionantes ante la CIDH, de Naturaleza de Derechos y APDH Córdoba, Fernando Cabaleiro y Carlos González Quintana, respectivamente.

En su último escrito para evitar la destrucción de los audios ordenada por el juez Lleral, la fiscal va más allá: los acusa de haber plantado la gorra del joven anarquista. En realidad, tal como pudo verificar esta periodista en el expediente, quien falseó información en un documento público fue el juez: al realizar el anuncio del hallazgo de la prenda en el territorio mapuche recuperado de Cushamen dijo que sucedió debajo de una “manta” cuando debió decir “mata o arbusto”, como informó la policía. Otranto, que aspira a ascender en su carrera con un cargo en un tribunal oral, suma pedidos de juicio político en el Consejo de la Magistratura con cada nuevo capítulo de esta saga.

En tanto, la querellante APDH amplió los argumentos para que la fiscal Avila sea apartada del caso Maldonado, al sostener que si hubo irregularidades en los procedimientos a ella también le cabe la responsabilidad. Su accionar en connivencia con Otranto fue expuesto a partir de que su secretaria es la esposa del juez, por eso fue solicitada también la salida de Rafaela Ricono. A criterio de la querella, el juez necesita salvar el bache del acta irregular, sobre un operativo que en lugar de presenciar vigiló a distancia desde la estancia de Benetton, acusando a los mapuches. “La fiscal Ávila repite nuevamente la versión del juez Otranto de los primeros días, pero las actas del primer rastrillaje contradicen mucho esa versión, una simple N que parece un descuido, cambia radicalmente el sentido de las cosas. Se pasa de la “mata” a la “manta” y de ahí a que plantaron una prueba. Hay contradicciones que merecen una seria investigación y que nosotros estamos denunciando”, explicó a Ojos Vendados Mauricio Rojas, abogado de APDH.

El elemento de sospecha que introduce Ávila en su apelación para que no sean destruidas las escuchas en realidad debería resultar un búmeran, y todo indica que cuando en Página12 esta periodista expuso las irregularidades de aquel operativo en la fiscalía de Esquel se pudieron nerviosos.

¿Mata o manta?

El 5 de agosto Otranto ordenó allanar los escuadrones 35 y 36 de Gendarmería, pero a fojas 192 consta que un día antes anunció por nota a sus jefes que serían allanados. Ese mismo día instruyó el primer rastrillaje del río, con la división canina que ya había tomado contacto con una prenda, el famoso cuellito, aportada por Sergio Maldonado. A fojas 186 el defensor Machado realiza su propia acta de procedimiento donde consta el hallazgo “detrás de los arbustos” de un “gorro color beige”, que un miembro de la comunidad reconoce como el que usaba Santiago. Y a cuatro metros, una vaina servida. Era la prueba que ratificaba el relato de los mapuche sobre la presencia del tatuador durante la represión el 1 de agosto. En su acta Otranto y su secretaria María Silvina Salvare insisten en denostar la actitud belicosa de los mapuche a quienes acusan de entorpecer la investigación, y de la misma se deduce que ninguno estuvo en el rastrillaje. “Nos acercamos hasta la estancia de la compañía Tierras del Sud donde fuimos atendidos por el señor Ronald McDonald (jefe de capataces de Benetton) (…) luego de ello regresamos a la ciudad de Esquel”. Hasta ahí nada sobre la gorra. “En horas de la noche se presentó en el juzgado el guía del can, Martín Villarroel”, quien les explicó que el “cuellito” no fue usado porque “durante dos días lo había tenido un integrante de la comunidad”. Según el acta de Otranto, cuando el guía les dijo que se retiraba “uno de ellos le entregó una gorra que se le dijo habían encontrado bajo una manta y que pertenecería a la víctima”. Nada dice el juez sobre la cadena de custodia de semejante prueba, ni por cuántas manos pasó hasta que el defensor Machado la embolsó para enviarla al laboratorio.  Pero agrega que en la Lof estaban dos empleadas de su juzgado.

A fojas 250, el acta circunstanciada firmada por el ayudante de la División Drogas Peligrosas Matías Maglione quien describe: “Siendo las 14.40 se comienza la búsqueda, hallándose a pocos centímetros del lugar que nos encontramos precisamente debajo de una planta autóctona del lugar boina con gorra de color blanco, por lo que es consultado si pertenecería a la persona buscada la ciudadana Claudina Pilquiman confirma que la prenda de vestir efectivamente corresponde a la persona de Santiago Maldonado. Consecuentemente el instructor del can impronta al perro con el olor de referencia”. Interrogada por los fiscales de la Procuvin (Procuración contra la Violencia Institucional), Pilquiman relatará que la boina fue avistada por una mujer que no es de la comunidad, y como la secretaria del juez tampoco estaba, esa persona no es otra que una de las dos empleadas que sí estuvieron en el lugar de los hechos, cuya identidad es reservada porque podrían ser convocadas como testigos si prospera alguna de las denuncias contra Otranto por encubrimiento agravado, abuso de autoridad y prevaricato.

En definitiva, Machado y los policías coinciden en que la prenda estaba entre los arbustos o matas, lo cual sitúa a Santiago donde desapareció. Pero en pleno apogeo de la campaña negacionista del gobierno contra la posibilidad de sumar un desaparecido en democracia a la lista, el juez escribió que la entregaron los mapuches. Y a diez meses, ambos buscan encubrir sus pasos con la misma tesis más que tirada de los pelos.

El destacamento policial está adentro de la estancia de Benetton

El destacamento policial está adentro de la estancia de Benetton (foto Gustavo Zaninelli)

No aclaren que oscurecen

Esta semana habrá en Chubut reuniones fundamentales para definir la continuidad de la fiscal y el destino de las escuchas. El jueves 7 la APDH y Verónica Heredia, abogada de la familia, participarán de la audiencia por la recusación de la fiscal Avila. En tanto, el martes 5 en la Cámara de Apelaciones de Comodoro Rivadavia habrá una audiencia en la cual Lleral aportará sus argumentos para validar la orden de destruir el material que registró llamadas telefónicas interceptadas a Sergio Maldonado, hermano de Santiago, la mapuche Claudina Pilquiman, el amigo del tatuador Ariel Garzí y una integrante de la red de apoyo a las comunidades en conflicto, que según pudo saber este sitio, había prestado su línea al dueño del lugar donde vivía Maldonado en El Bolsón. Para Lleral resultó “evidente que la interceptación de las comunicaciones, la invasión de la privacidad del hermano de la víctima, no era el último recurso disponible para lograr datos conducentes al hallazgo de Santiago Maldonado”.

En su defensa, Otranto y Avila aducen que pidieron las escuchas por las contradicciones que habría entre testigos mapuches, y por la urgencia de encontrar al tatuador anarquista, que estaba desaparecido desde el 1 de agosto. Según ellos, hacía falta escuchar a Sergio Maldonado en caso de que los “encapuchados mapuches” se comunicaran con él. Para Avila y Otranto no sólo hubo testigos falaces sino también pruebas plantadas.

En un intento de salvar su responsabilidad, Avila puso primera: no sólo cargó contra los mapuches, sino también acusó a Sergio Maldonado de haber manipulado objetos de su hermano y al juez Lleral de haber desarrollado estrechos vínculos con la Pu Lof, hasta deslizó que pudo haber perdido los discos que contienen las escuchas. La fiscal sostiene que la misma noche en que desapareció Maldonado, Pilquiman fue a su casa en El Bolsón y retiró sus pertenencias, para luego plantar algunas en la escena del crimen. Y al amigo de Santiago, Ariel Garzí lo acusa de inventar una comunicación inexistente al celular del mochilero.“No podemos separar lo que pasó con Santiago Maldonado del escenario de persecución a las comunidades mapuches, por eso actuamos en la causa de Rafael Nahuel y nos solidarizamos con Facundo Jones Huala, que ha iniciado una nueva huelga de hambre”, agregó Cardozo, de APDH.

La fiscal Avila, ejerciendo como abogada de los uniformados según la familia Maldonado.

La fiscal Avila, ejerciendo como abogada de los uniformados según la familia Maldonado.

 

Verónica Heredia, abogada de la familia: “No iban a encontrar a Santiago escuchando a Sergio”.

Desde 25 de Mayo, donde se realizó la marcha por los diez meses de la desaparición de Santiago Maldonado, la abogada de la familia Verónica Heredia dijo a Ojos Vendados que “es mentira que con una escucha lo iban a encontrar, pero admiten que hicieron eso que no corresponde en un expediente de habeas corpus”.  Según Heredia, “Avila reconoce que lo hicieron en un proceso que no era legal y se escuda en que lo hicieron por la urgencia de encontrarlo con vida, pero era evidente que eso no iba a suceder escuchando las conversaciones de su hermano”.  En su razonamiento, la letrada explicó que si decidieron intervenir su teléfono es porque “estaban acusando a Sergio de saber dónde estaba Santiago, por eso es una contradicción en sí misma su apelación porque la propia fiscal reconoce la ilegalidad de esa pinchadura”.

No se sabe si el fiscal de Cámara Norberto Bellver sostendrá la apelación de Ávila. Fue el funcionario que en su momento se pronunció por el apartamiento del juez Guido Otranto del caso, por haber adelantado su opinión al diario La Nación. “Primero habría que resolver la recusación de Avila, antes de escuchar sus argumentos contra la destrucción de las escuchas”, expresó Heredia. El jueves en Rawson se verán las caras Avila, su secretaria Rafaela Ricono, a la sazón esposa de Otranto, con las querellas, en la audiencia de recusación.

Heredia, con Sergio Maldonado y su esposa, Andrea Antico

Heredia, con Sergio Maldonado y su esposa, Andrea Antico

 

«Un gendarme casi me mata»

Pagina/12 accedió a una declaración del músico Nicasio Luna, quien detalló la persecución de Gendarmería del 1º de agosto.

“Mientras escapaba veo a Santiago corriendo hacia el río delante de mí con su mochila puesta, y personal de Gendarmería que nos seguía desde atrás, cuando llegamos al río nos insultaban, nos tiraban piedras y uno me apuntó con la escopeta mientras otros gritaban ‘fuego libre’”. Esta frase es parte del relato de lo que vivió Nicasio Luna, el payador chileno que estuvo en la Lof en Resistencia de Cushamen durante la represión del 1 de agosto, cuando Santiago Maldonado fue visto por última vez con vida, y es parte de una declaración espontánea que presentó ante las autoridades de ese país. Decidió hacerla pública, en forma exclusiva a través de PáginaI12, porque dice que su familia fue víctima de amedrentamientos por parte de la Policía de Investigaciones chilena. Aunque sabe que el hermano de Maldonado había solicitado que sea citado a declarar, Luna explica que no volvió a Argentina porque no estarían dadas las garantías sobre sus derechos por el nivel de conflictividad generado en torno a las demandas de las comunidades mapuches. Sin embargo, enterado del requerimiento para atestiguar en la causa acudió a la Defensoría y al ministerio de Derechos Humanos de su país. El resultado son nueve carillas que confirman lo que sostiene Sergio Maldonado: más allá de los resultados de una pericia forense, Santiago murió escapando de medio centenar de gendarmes armados.

“Así como en Chile, en Argentina el conflicto mapuche de la Araucanía ha hecho una escalada que está vulnerando derechos”, dijo a PáginaI12 Juan Francisco Pulgar Castillo, el abogado que acompañó a Luna en su declaración ante el Servicio de Víctimas de Criminalística Forense.

En noviembre este diario informó que sus documentos y efectos personales habían quedado entre los elementos secuestrados por los gendarmes tras la represión en Cushamen, y que cuando se presentó a retirarlos el juez federal Guido Otranto lo dejo ir sin interrogarlo. Cuando aún Maldonado permanecía desaparecido, su hermano Sergio le envió un mensaje a Luna para contactarlo y le preguntaba si había estado en la Lof a fines de julio. Pulgar Castillo le respondió explicando la falta de garantías para aportar su testimonio, a lo cual Maldonado contestó que el juez del caso llamaría a Nicasio. “Esa situación nunca ocurrió y tampoco hubo más mensajes”, precisó el abogado. En la última ronda de citaciones, el juez federal Gustavo Lleral incluyó a Luna, a partir del video que presentó la abogada Verónica Heredia, con el programa de la televisión chilena Informe Especial, donde el músico cuenta haber estado en la represión junto a Santiago. Sin embargo, a Luna no le llegó la notificación formal sino un operativo en el que su madre fue intimidada.

La defensa de la tierra

El relato de Luna coincide y se complementa con los testimonios mapuches de la causa. “Seguí a uno de los muchachos de la comunidad porque no conocía la zona, y cuando llegamos al río la única opción de no ser capturado por los gendarmes era lanzarme al río y cruzarlo, a pesar de no saber nadar. Me ayudó sostenerme de las ramas de sauce, quedé agarrado hundiéndome a unos cuatro metros de la costa, en ese momento llegaron cuatro efectivos de Gendarmería y me vieron que estaba inmovilizado en el agua. Comenzaron a insultarme y a lanzarme piedras, y uno de ellos me apuntó con la escopeta que portaba, mientras el superior que estaba con los escopeteros le decía ‘fuego libre’, pero quien portaba el arma no lo quiso hacer o simplemente se le trabó”, dijo Luna sobre lo sucedido segundos después de que se separó de Maldonado.

“Como payador vivo viajando a Argentina, mi último ingreso fue el 11 de julio, paso internacional Bolsón”, relató. Tres días después participó de un encuentro de payadores, y quedó varado en Bariloche por un fuerte nevazón, donde fue acogido por la comunidad Colan Nahuel. El 28 de julio estuvo en la peña por la liberación del lonko Facundo Jones Huala, organizada en El Bolsón por FM Alas. “Cuando terminé de cantar se acercaron a felicitarme personas que no conocía, después supe que uno era Santiago”, detalló. Al día siguiente participó de una marcha en Esquel por la misma causa, que fue reprimida. “El 30 Claudina Pilquiman me invitó a visitar su comunidad, yo portaba mi mochila negra marca Extreme que contenía una bombacha negra, polera bordó, un cuchillo, dos manzanas, una libreta donde escribo mis versos, ropa interior, cepillo de dientes, mi celular, cédula chilena y 500 pesos”, describió Luna. Son los mismos elementos detallados en el acta de Gendarmería que secuestró sus pertenencias, según el expediente de la justicia federal de Chubut. Aclaró que “nunca prestó su teléfono celular a nadie de la comunidad”, y que dejó la mochila en la casilla de guardia de la Lof.

“En Bolsón subió Santiago, con otra persona. Lo llamaban Brujo. El corte de la ruta 40 fue a las 11 del 31, se me solicitó cubrirme el rostro para evitar ser reconocido por las fuerzas policiales, ser perseguido y sometido a represalias, esto basado en hechos anteriores que contaban los integrantes dela Pu Lof. Se hicieron barricadas y se entregaba información a los automovilistas, sin incidentes con la policía”. Luna dijo que habló con Maldonado, quien le contó que “compatibilizaba con la causa porque era la lucha por la defensa de la tierra”. Más tarde cuando Gendarmería quiso desalojarlos fue recibida con piedras, pero Luna destacó que ni él ni Maldonado las arrojaron. El músico chileno relató que esa noche no pudieron dormir porque “desde camionetas blancas efectuaron disparos hacia la Lof”.

Cerca de las 11 del 1 Gendarmería desplegó un camión y camionetas, y ellos retomaron el corte de la ruta 40. “Sólo tenía para mi defensa una onda de revoleo, igual que Santiago, pero sabíamos usarla, los de Gendarmería disparaban escopetas y pistolas. En ese momento más de 50 avanzaron, una camioneta se nos venía encima a toda velocidad, quedé cerca de la guardia donde se refugiaban dos mujeres con niños”. Tal como ya contaron los jóvenes mapuches, los gendarmes cortaron el candado de la tranquera “y se lanzaron para apresarnos, por eso corrimos hacia el río Chubut porque no había hacia donde escapar”. Luego de mencionar el intento de fusilamiento del que fue víctima, Luna dijo que se atrevió a cruzar el río. “Me dio la mano un joven, nos refugiamos con otros muchachos, y Matías Santana comentó que vio a los gendarmes llevarse al Brujo con sus binoculares”.

Desde el cerro el músico observó que habían quemado las pequeñas construcciones de la Lof. Cerca de las 18 volvió a buscar su mochila, y las mujeres le dijeron que los gendarmes la habían revisado y se la llevaron. Luego salieron a buscar al Brujo, “especulando con que podían habérselo llevado los gendarmes, como vio uno de los muchachos”. Al día siguiente de la represión, “llegó la vocera del Pu Lof Soraya Maicoño quien nos dijo que un periodista informaba que la persona desaparecida era Santiago Maldonado, siendo que la comunidad sólo lo conocía como Brujo, este hecho nos confirmaba que había sido capturado por Gendarmería, no sabíamos de qué otra forma pudo haberlo identificado el periodista, pero así lo posteó en Facebook”, dijo Luna. Este dato también fue revelado por PáginaI12, y Bustos fue interrogado como testigo pero nadie le preguntó cómo supo lo que escribió.

Luego de cinco días, Luna acudió a buscar sus pertenencias al juzgado de Otranto, pero sólo le devolvieron la cédula y el dinero. El 2 de octubre su padre le informó que la Policía de Investigaciones de Chile (PDI) lo buscaba en Cochrane por el caso Maldonado y habían interrogado a su madre. Entonces viajó a Talca para contactar al perito forense Francisco Pulgar Castillo “el cual es mi amigo, para pedirle asesoría”. Este profesional pertenece a la Defensoría Penal Pública de esa localidad.

¿Por qué ahora y desde Chile?

“Adjunto mi testimonio prestado de manera voluntaria que he entregado al Instituto de Derechos Humanos y a la Defensoría Penal Pública, para resguardarme de eventuales apremios que ya sufrieron mis familiares”, expresó Luna desde Chile. “La idea es terminar con las especulaciones sobre Nicasio, tales como el uso de su teléfono por parte de Santiago Maldonado”, apuntó Pulgar Castillo, quien como perito intervino en casos de resonancia en ese país. “La entrevista a Nicasio Luna es una declaración extra judicial, pero más allá del formalismo da cuenta de su actuar en tierras argentinas y chilenas. Por el nivel de conflictos que viven las comunidades mapuches con sus respectivos Estados, claramente genera incertidumbre sobre la trasparencia de las diligencias, lo que se corrobora acá en Chile por el actuar intrusivo de la PDI en la casa de Luna, sin una orden judicial”. El payador dijo que la PDI entró a casa de su madre “por si me encontraba escondido, también acudiendo al trabajo de ella generándole el perjuicio correspondiente”. Y agregó: “Todos mis movimientos dentro y fuera del territorio nacional los hice por pasos habilitados y controlados por la policía chilena y argentina. He participado en programas de radio, televisión y encuentro de payadores, lo cual consta en mis redes sociales”. Finalmente, en la carta que envió a esta periodista apuntó: “Espero una nueva citación de la PDI de Coyhaique o de la Fiscalía de los Lagos para responder un presunto cuestionario enviado por la justicia argentina, pero por transparencia le adjunto mi testimonio”.

Los Maldonado y las querellas sabían de la existencia del payador pero cada vez que preguntaban por él les decían que estaba perdido, que nadie lo encontraba. Ahora que apareció está en manos de la diplomacia y los exhortos judiciales que su relato llegue, finalmente, al vapuleado expediente del caso Maldonado.

(foto Informe Especial TVN)

El crimen perfecto

 

La utopía reaccionaria de los Macri y las Bullrich

Por José Ernesto Schulman (LADH)

Columnista invitado de Ojos Vendados

Autor foto: Matías Santana, mapuche, diez minutos antes del hallazgo del cuerpo sin vida de Santiago Maldonado, el 17 de octubre de 2017 a las 12.15 (Crédito MSGZAM publicada originalmente por Página12)

En uno de sus cuentos políticos, Eduardo Rosenzvaig[1], relata que los chicos de una clase de arte, en un lejano pueblo tucumano, le explican que el crimen perfecto sería aquel que nadie pueda creer que se cometa. Que sea tan obvio y tan brutal, tan grave y tan cargado de consecuencias históricas, que nadie pueda creer que se pueda cometer.  Como si alguien dijera que se pueden desaparecer treinta mil personas, mujeres, hombres, niñas y niños, desde obreros y guerrilleros hasta sacerdotes y madres de otros desaparecidos, delante de una sociedad entera que no veía nada. Solo que ya no estaban.

El crimen de Santiago Maldonado por parte de la Gendarmería Nacional, bajo el mando conjunto de Pablo Noceti, jefe de gabinete del Ministerio de Seguridad y el Comandante Mayor de Gendarmería Diego Balari, jefe de la agrupación Chubut es tan “monstruoso” que la “razón democrática” se niega a verlo.

Macri es quién mejor utiliza la monstruosidad de su acción, una y otra vez dice «Para mí es tan inocente un gendarme como un ciudadano común. Es imposible que este gobierno, electo democráticamente, haga desaparecer a nadie. No podíamos condenar a la Gendarmería sin tener suficiente información» a lo que el todoterreno Lanata comenta y amplifica:  “¿Realmente pensás que Macrì tiene un plan sistemático para que la gente desaparezca? Que la Gendarmería con un mapa dijo vamos a secuestrar veinte mapuches y los metemos en un pozo y los vamos increíble, hijo matando? La campaña internacional con esto es de un cinismo de puta y cínico”.

Por razones que desconocemos, pero que por el resultado electoral y político logrado, podemos imaginar, el bloque de Poder que actuó en la secuencia: represión en Cushamen del 1º de agosto, desaparición de Santiago, interminables mentiras y agresiones contra Santiago, su familia, los movimientos de derechos humanos y todo aquel que no aceptara la mentira organizada por Bullrich y sus secuaces, decidió plantar el cuerpo de Santiago en el mismo sitio del que fuera visto por última vez por Matías Santana y emprender una nueva gran operación de encubrimiento, ahora con ropaje judicial.  Antes de seguir, vean que un periodista conchabado por el grupo Clarín, Ernesto Tenembaun, dice casi lo mismo: Toda la estrategia en el caso Maldonado estuvo guiada por Macri, aquel empresario que simpatizaba con la dictadura militar. El Gobierno respaldó en tiempo récord a la fuerza sospechada, desmintió una y otra vez a la familia del desaparecido, sembró versiones falsas sobre qué podría haber pasado, intentó crear un enemigo interno de dimensiones absurdas, involucró a la víctima con ese fantasma y trató de que el debate sobre la desaparición de Santiago Maldonado quedase tapado por la grieta que lo separa del kirchnerismo. En ese contexto, la ministra de Seguridad, al opinar sobre la década del setenta, consideró que «los demonios no eran tan demonios».

Macri, Bullrich y sus secuaces se aprovechan de nuestras propias conquistas.  Fue la lucha por la Memoria, la Verdad y la Justicia, con sus extraordinarias conquistas contra la impunidad de los Videla, Echecolatz y otros (pero no sobre la Curia, los dueños de Clarín y La Nación o los directorios del Ingenio Ledesma, Acindar, Ford y casi todas las multinacionales con intereses económicos en la Argentina, casi todos ellos tienen su representante en el gabinete nacional) la que lavó la mugre de la Corte Automática y los jueces de la “servilleta”, hundidos para fin del siglo pasado en la peor de las mierdas, resurgidos por obra de los juicios y la ingenuidad progresista que asignaba a la Justicia y al Gobierno lo que era conquista de la lucha de los sobrevivientes, los organismos de derechos humanos y la izquierda.

Macri, Bullrich y sus secuaces se aprovechan de la lucha democrática de nuestro pueblo y de la enorme confusión generada por alfonsinistas radicales y kirchneristas peronistas de que “esto” es la democracia.  “Esto” nunca fue democracia, siempre fue dominio encubierto de diversas capas de la burguesía, con más o menos subordinación al capital financiero y los imperios, pero nunca fue siquiera el gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo. Si hubiera sido no hubiera desaparecido en meses. Hubiera sobrevivido como lo hizo Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua. 

La Operación Encubrimiento calculó hasta el momento electoral.  Apostó fuerte a que ni siquiera la desaparición forzada cambiara los ejes del debate y una vez que estaba seguro de eso lanzó la fase final de afirmar que Santiago se ahogó solo.  Como si el Río Chubut fuera el Caribe y Cushamen una playa de veraneo sofisticada.  Como en un pase de magia, todo consiste en que la mirada se fije en el lugar equivocado: en el cuerpo sin vida de Santiago y no en la represión de Gendarmería sobre los mapuches, la persecución hasta el río y el intento de Santiago y Matías de cruzar el río Chubut.  Descontextualizar siempre es el camino de la falsedad, el encubrimiento y la mentira.  De pronto se olvidaron que Santiago había muerto en un enfrentamiento armado o intentando cruzar a Chile, o que estaba en Chile, en Tierra del Fuego, en Entre Ríos, en San Luis y en tantos otros lugares.

Ahora solo se trata de lo que digan los forenses, como si los cuerpos hablaran como dijera un supuesto experto en estos temas.   Para nada, los cuerpos no hablan.  Los que hablan, los que piensan, los que razonan, los que utilizan instrumentos tecnológicos y científicos son los hombres y no existe hombre sin cultura, sin ideología, sin marco conceptual previo.  Es paradójico, los cultores del new age y la banalidad como bandera, se ponen el uniforme de científicos y pretenden que no hay ninguna discusión más que la de los médicos que practican la autopsia.  Por suerte, lo que no dicen los organismos de derechos humanos querellantes lo dice la abogada de la familia Maldonado: “Vamos a seguir sosteniendo que hubo una desaparición forzada seguida de muerte, y es el Estado el que debe demostrar eventualmente que no fue así” para aclarar que “si las pruebas marcan lo contrario no vamos a sostener en forma necia un tipo penal que no sea, el Estado debe decir por qué no es lo que venimos afirmando y en ese caso qué es pero a eso se llegará sólo con una investigación imparcial que todavía ni ha comenzado”. “Estamos pidiendo nada más y nada menos que una investigación imparcial e independiente, sobre todo independiente del Poder Ejecutivo. Imparcial respecto de las mismas personas que actuaron desde el 5 de agosto buscando en el mismo lugar, el prefecto Ruata dice que rastrillaron siete veces el río. Entonces, la aparición sin vida de Santiago en ese mismo lugar nos suma cada vez más preguntas, y las respuestas no las pueden dar quienes intervinieron el 1 de agosto, ni tampoco los que actuaron después en la investigación. Eso es lo que le estamos pidiendo al juez, porque el Poder Ejecutivo no puede investigar”.

Estamos ante un desafío de proporciones, la desaparición forzada seguida de muerte de Santiago Maldonado es un salto de gigantes en el camino de transformar un régimen de democracia formal, minimalista instrumental y sin consistencia económica social en algo mucho más reaccionario, elitista, clasista, patriarcal y racista, un gobierno autoritario con máscaras democráticas.  Impedirlo con movilizaciones que reclamen por una investigación independiente, como pide la familia, no es un problema metodológico sino el único camino para defender la verdad y las condiciones mismas de la lucha en la Argentina.  Es una lucha de subsistencia para la democracia argentina, pero también puede ser el comienzo del fin de los encubridores del crimen de Santiago. Depende de nosotros, de nadie más

 

 

[1] profesor, escritor e investigador tucumano, ganador de dos premios Casa de las Américas, hizo aportes extraordinarios al pensamiento crítico en muchos campos, especialmente el de la memoria. Sus libros “La oruga en el pizarrón” sobre Isauro Arancibia y “El sexo del azúcar” sobre la historia de los ingenios tucumanos son imprescindibles. Falleció a los sesenta años en 2011.

«Hubo gritos de dolor que salían del alma»

“Ahora que se conoce lo que pintaba, escribía y tatuaba Santiago, entre todos tenemos que mantener viva su memoria, es la responsabilidad de los que seguimos luchando como personas concientes que queremos cambiar el mundo, que no sea sólo una consigna”. Fernando Jones Huala habla pausado, cuida las palabras como si las pesara. La semana pasada, junto a Soraya Maicoño tuvieron una reunión privada con el presidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Francisco Eguiguren, donde expusieron en detalle la persecución que están sufriendo como comunidad mapuche, así como la necesidad de que sean protegidos los testigos que vieron por última vez con vida a Maldonado en Pu Lof de Cushamen. Y se llevaron un compromiso de que el organismo intervendrá al respecto, probablemente con el dictado de una nueva medida cautelar. El joven vocero mapuche dijo que Eguiguren le preguntó por su hermano, el lonko Facundo Jones Huala, detenido en Esquel a la espera de un juicio de extradición en una causa que fue declarada nula porque los testigos en su contra sufrieron torturas. “Hacemos un llamado de alerta a todas las naciones originarias del mundo y luchadores sociales y de los derechos humanos”, expresó ante la inminente fijación de la fecha del nuevo proceso. Sobre la reacción de los miembros de su comunidad que presenciaron el hallazgo del cuerpo de Santiago dijo que “hubo gritos de dolor que salieron desde el alma”. En esta entrevista con Página12 admitió que hay más mapuches que no han declarado porque “tienen miedo”, dado que la justicia “no da garantías” suficientes. “Cuando uno proyecta su vida no elige tener un desaparecido y ser testigo de semejante crimen político”, dijo Jones Huala.

“Es importante que el resto de la sociedad comprenda que esto no le pasa solamente a un grupo de acá, es algo histórico, hay miles de desaparecidos de diversos los pueblos originarios por eso enviamos un saludo fraterno a ellos y a los movimientos sociales que entienden el rol del Estado en el encubrimiento y la impunidad”, agregó.

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Jones Huala y Maicoño viajaron a Montevideo porque la CIDH abrió un expediente a partir de la represión que sufrieron en enero, pero no participaron de la reunión de trabajo referida específicamente a la investigación por la desaparición forzada seguida de la muerte de Santiago Maldonado “por la gravedad del caso que ameritó la apertura de una causa autónoma”, aunque sí estuvieron los mismos abogados que los representan a ellos, de Naturaleza de Derechos y de la APDH. Sin embargo, Eguiguren los recibió al finalizar ese encuentro, con Jorge Mesa, director de Medidas Cautelares. “Detallamos el contexto y el nivel de violencia política e institucional, hablamos de la situación histórica que viven todos los pueblos originarios, mencionamos el rol de los medios en este proceso de estigmatización contra nosotros”, relató Jones Huala en diálogo con Página12. “Sin que nosotros lo mencionáramos, él preguntó sobre la detención de Facundo Jones Huala, y ahí le conté que fue el día que se juntó (Mauricio) Macri con (Claudio) Avruj, y Michelle Bachelet, cómo fue la detención y el trabajo del juez (Gustavo) Villanueva”, agregó este joven mapuche, de 28 años, que oficia de vocero (werken) de su comunidad. “El hostigamiento que denunciamos proviene del Estado y de grupos parapoliciales, que responden a Benetton y a terratenientes de la zona, hablamos también del rol de la Sociedad Rural Argentina. Y en un momento él mencionó que es relator de los derechos de los pueblos indígenas, y tiene conocimiento de este tipo de conflictos que se dan en toda América Latina. Estuvieron muy atentos a cada palabra nuestra, nos hicieron preguntas y fue una reunión extensa, pero ellos en ningún momento mostraron estar apurados para que finalizara, sino al contrario».

–¿Qué dijeron los representantes de la CIDH?

–Al finalizar Eguiguren nos dijo que va a seguir personalmente de cerca el caso, y que una vez que estudiaran los detalles buscarían la forma de ayudarnos como comunidad con la situación de violencia que estamos padeciendo. Hay una posibilidad de que dicten medidas cautelares en favor de la comunidad, y de protección para su miembros. Se sorprendieron mucho cuando le dijimos que tuvimos que construir muros de piedra por la cantidad de veces que fue la policía, fuerzas de seguridad y grupos parapoliciales a dispararnos, en presencia de niños. Son situaciones permanentes que no trascienden en la prensa.

–¿Hablaron de la semana del 18 de septiembre, cuando tras el allanamiento hubo una ocupación del juzgado federal y luego quemaron las casas de mapuches en Vuelta del Río?

–Tratamos de dar un contexto general, se hizo mención a eso porque esa comunidad también pidió medidas cautelares por ese hecho. Pero el detalle está en los informes, videos y fotos que presentaron los abogados (de Naturaleza de Derechos y APDH) y que ya está en el sistema de la comisión.

–¿Su hermano afronta un nuevo juicio de extradición?

–Sí, y por eso Naturaleza de Derechos pedirá también una cautelar por él a la CIDH. En la reunión explicamos que existe una persecución política, las declaraciones de algunos funcionarios y los medios de desinformación. Sus derechos como miembro de un pueblo originario fueron vulnerados, violando tratados y convenios internacionales. Intervino la Cruz Roja Internacional para que a Facundo le reconocieran el derecho a la medicina propia mientras su salud se estaba agravando fuertemente. Comenté sobre la causa en Chile, Facundo no estuvo presente y las demás personas fueron absueltas por falta total de pruebas, se cayó el montaje político y judicial y mediático. 

–Si ese juicio se cayó ¿por qué está preso el lonko?

–Por decisiones políticas, no hace falta ser abogado porque al ver el expediente es evidente que está detenido ilegalmente. Una cosa es la causa en Chile y otra el proceso judicial por el pedido de extradición. El año pasado fue llevado adelante ese juicio, donde no se juzga por los motivos requeridos por el Estado chileno sino si se procede o no a dar la extradición. En ese proceso salieron a la luz la tortura al testigo Gonzalo Cabrera, el allanamiento ilegal que lo llevó a la detención, se procesaron a dos jefes de la Policía y la Brigada de Investigaciones de Chubut, y el espionaje ilegal de un agente de la AFI,entre otras irregularidades. Ese espionaje fue sobre Facundo, la familia y gente de comunidades mapuche tehuelche, periodistas, profesores, abogados, todos defensores del territorio. Por todo esto es que se le dio la libertad. Aún así, tras la reunión de Macri con Bachelet lo detienen de nuevo el 27 de junio, y enseguida aparecen más irregularidades, como por ejemplo que Chile no llegó a hacer el reclamo formal dentro del plazo que dicta la ley, la justicia argentina fuera de plazo aceptó el pedido de extradición. En un principio el juez Gustavo Villanueva le decía a los abogados que era una causa nueva, pasaban los días y no informaba las razones de la detención. Cuando nos enteramos que era la misma causa se denunció a Naciones Unidas y la CIDH. A principios de agosto la Corte Suprema confirmó la nulidad del primer juicio, pero esto no modificó en nada la actitud del juez. A pesar de todos estos vacíos legales que mantienen al lonko preso, se va a hacer un nuevo juicio de extradición, no se sabe si será el juez Guido Otranto o Villanueva. El lonko está detenido fuera de todos los plazos, por esto apelamos a Casación. Sabemos que van a poner la fecha con un corto plazo, porque quieren evitar que haya, como la vez pasada, 300 personas afuera de diferentes comunidades, organizaciones sociales y de derechos humanos. Convocamos a naciones originarias del mundo para que vengan, y a formar un parlamento de pueblos originarios para hablar sobre la situación de violencia que sufren en todas partes.

–¿Cómo vivió ser recibido en el Palacio Legislativo de Montevideo donde la CIDH hizo la reunión?

–Nunca había estado en una situación así, pero tengo una tranquilidad que llevo a todos lados, estamos encarando una lucha por la humanidad que nos toca como ser mapuche. Con esa convicción de aportar aunque sea un granito de arena para la humanidad es que llegamos ahí. Eguiguren es una persona muy serena, se le siente el nivel humanitario que tiene su persona. Una minoría de medios están comprometidos con la verdad y la seriedad, pero la mediatización en términos generales ha deformado y desviado todo, con un mayor sufrimiento hacia la familia, y hacia una sociedad que elige que no sucedan estas situaciones en una supuesta democracia. El mal que han hecho va más allá de las personas afectadas, es una maldad que se extiende generando mentiras y difamaciones. Otra parte de la sociedad ha perdido el sentido humanitario.

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–¿Cómo se sintió tras el hallazgo del cuerpo de Santiago?

–Fue una sensación de inexplicable dolor y sufrimiento que genera, hubo gritos de dolor que salían desde el alma de quienes vivieron ese momento. En el momento que vi el cuerpo sentí tristeza, por el nivel de inhumanidad que tiene parte de la humanidad. Luego vino la angustia y el llanto, que son inevitables. Cuando hay un porcentaje de personas con tal nivel de maldad somos todos vulnerables, no sólo nosotros. Pero los pueblos originarios estamos expuestos desde el momento en que vinieron a invadir y a masacrar a nuestra gente.

–¿Piensa que el cuerpo no estuvo allí desde el 1 de agosto?

–El lugar donde apareció no puede ser. Si supuestamente estuvo ahí, que es lo que quieren implantar, hace unos días era una orilla y era muy fácil de ver, arriba de una loma lejos del río, y ya se veía el bulto. Además en el momento del hallazgo no estuvo nadie de la comunidad, ni Sergio, ni la abogada, y ni siquiera el juez. Son cuestiones a tener en cuenta.

–Para esclarecer qué pasó con Santiago ¿es necesario que declaren más personas?

–Como se puede ver en los videos había más gente. No estaban solamente Santiago y Matías Santana ese día, eso es claro. Pero la realidad es que hay que ponerse en la carne propia de las personas y entender el miedo, el bloqueo ante esta situación. La gente todavía está asimilando toda esta situación, los testimonios están pero sucede que están tapados por todo lo que ha sucedido en torno a la desaparición de Santiago. Con Eguiguren hablamos de esto, y conversamos con otros organismos internacionales para ver de qué manera se pueden generar medidas de protección que motiven a estos testigos a prestar declaración. Pero al día de hoy tienen miedo, no es una negativa sino un miedo que los bloquea.

–¿Es cierto que cuando ustedes indicaron que no tenían garantías el juez Gustavo Lleral les respondió que él tampoco las tenía?

–Sé que eso es cierto.

–El testigo denominado con una letra ¿existe?

–Sí. Es verdad, fue tal cual como lo reflejó el trabajo que hicieron los abogados que presentaron la denuncia ante la CIDH. Lo que fue mentira es el mamarracho que armaron con que se desdijo, todo eso fue falso.

–¿Qué actitud tiene la comunidad respecto de la reconstrucción de los hechos?

–La gente de la comunidad ha dado su palabra tanto al juez como públicamente de acompañar las medidas como esa. La cosa es coordinar, porque es la época en que se realizan ceremonias.

–¿Y sobre el resguardo del lugar del hallazgo del cuerpo?

–La comunidad dio su palabra a la familia, además de al juez, de que la mayor protección era en sus manos. Son los principales que buscan verdad y justicia, luego de la familia, por supuesto. Ese compromiso se está cumpliendo y el lugar está intacto. Ahí vuelve a aparecer la mediatización, que sólo hace daño.

FOTOS Alejandra Bartoliche y Enfoque Rojo

en septiembre en buenos aires, de izquierda a derecha, fernando jones huala, daniel loncon y sergio nahuelquir

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«Libertad a Facundo, que aparezca Santiago»

Matías Santana, hasta ahora el testigo más importante en la causa que investiga la desaparición de Santiago Maldonado, fue denunciado por la Gendarmería por haber arrojado una piedra que habría lastimado a Emmanuel Echazú. A su vez, éste es el gendarme más comprometido en el expediente por haber estado cerca del Río Chubut durante la represión del 1º de agosto, donde fue visto por última vez el joven artista. Sin embargo, los abogados de esa fuerza formalizaron la denuncia contra Santana ante el juez federal Guido Otranto, el mismo magistrado que fue apartado del caso y que además está denunciado penalmente por los abusos contra la comunidad mapuche cometidos durante el operativo del lunes 18 de septiembre. “Es parte de la persecución mediática y judicial, el principio de los montajes políticos”, dijo el joven mapuche en diálogo con PáginaI12, desde Esquel donde trabaja en los asuntos previos al juicio de extradición del lonko Facundo Jones Huala, de la Lof en Resistencia de Cushamen, a la que ambos pertenecen. Durante la entrevista dirá que, aún con el nuevo juez, no hay garantías para que más mapuches declaren, que pasó la noche del 31 de julio charlando con Maldonado, entre arroz con leche y disparos, y ratificará que aquel día enviaron un mensaje de texto que decía “se llevaron al Brujo”. Sus dichos coinciden con sus testimoniales: “Veo a tres efectivos de Gendarmería, dos de espalda y uno de frente, que iban golpeando al compañero, tenía puesta mi campera.”

(fotos Gustavo Zaninelli, operativo Gendarmería lunes 18/9)

Santana tiene 20 años, estudió hasta cuarto año de la secundaria y dice que lo echaron de la escuela “por rebeldía y por luchar por los que menos tienen”. Hace dos años con el proceso de recuperación del territorio, asumió el compromiso de reconocerse como mapuche. “Me planteo la vida mapuche que tuvieron nuestros abuelos, lo que la lucha demande porque son 130 años de opresión, necesitamos levantarnos y recuperar la tierra para poder vivir de una manera más digna”. Se crió en Esquel, trabajando desde chico y sufriendo la constante represión policial de los barrios marginales. “Crecí en el contexto del conflicto en esta ciudad para que no instalen la mega minería. En 2003 con un plebiscito con el 81 por ciento de los votos se decide que no iban a empezar a reventar el cerro. Tenía cuatro años, pero ya andaba en las marchas con mi familia, caminando en las calles y abriendo conciencias. En estos días estoy recorriendo comunidades para aprender de los viejitos, conversar con mi gente mapuche, profundizar en mi conciencia, me gusta leer mucho, estamos aprendiendo a vivir en el campo. Mi vida es la militancia, sólo me interesa ver lo que les falta a los demás, nuestra lucha es por el pueblo oprimido en general. Me gusta el punk rock y el heavy metal, música con conciencia. ¿El baile? Es una forma de mantener a los chicos bajo control y entretenidos”.

Matías Santana compartió dos jornadas con Santiago Maldonado. “Conversamos mucho y luego supe por los que ya lo conocían que él creía en una lucha anticapitalista. El 31 se cumplía un mes de la prisión política de Facundo Jones Huala, tenía que quedar en libertad. Reprimieron la manifestación del 29 en Esquel y la del 31 en Bariloche, donde se llevaron a nueve personas detenidas, y nosotros como último recurso de hacer saber lo que estaba pasando cortamos parcialmente la ruta. Santiago llegó un ratito antes de mediodía, poco antes del corte, para pedir por las personas detenidas en Bariloche”.

–¿Maldonado llegó con Claudina y Ailinco Pilquiman?

–Sí, con ellas. Aparece Gendarmería como a las 5 o 6 de la tarde, se paran en el cruce de la ruta 40 y la 70, se acercan algunos peñi, que son los hermanos mapuche, y ahí la Gendarmería dispara con escopeta. Hacemos uso de la autodefensa por este ataque. Nos leen la orden de desalojar por altavoz, pero a las ocho ya estábamos adentro del territorio y Gendarmería nunca apareció. Habíamos dejado un pino, y lo sacaron como a las cuatro de la mañana, y a las seis y media volvieron con toda la furia de reprimir y empieza a disparar hacia adentro del territorio. Nosotros volvemos a recurrir a la autodefensa.

–¿Durante la noche también hubo disparos? ¿Estuvo con Santiago?

–Santiago pasó la noche en la casilla con nosotros, y hasta el momento de su desaparición se mantuvo en ese puesto de guardia, donde siempre hay gente por cualquier movimiento raro que haya en la ruta. Esa noche conversamos, compartimos unos mates, comimos un arroz con leche, teníamos la preocupación de no saber qué estaba pasando en Bariloche con Facundo. A las seis y media bajan tres camionetas y un Unimog, bajan unos gendarmes y nos empiezan a reflectorear, es decir, a prender luces hacia adentro del territorio, y donde veían un bulto disparaban, por eso nos defendemos con la honda de reboleo y piedras. Fueron unos quince minutos. Ya a la mañana cuando llega Soraya le contamos que nos estaban provocando, y arriba ya estaba la Gendarmería sobre la ruta 40, en el cruce de El Maitén, volvemos a la ruta cerca del mediodía y esa es la represión más fuerte que pasan las imágenes en los medios. Baja la camioneta primero, rompe la fila que nosotros habíamos formado y logran repeler a los peñi adentro del territorio, y entran con todo. Se escuchan disparos todo el tiempo.

–¿Con qué disparaban?

–Hubo disparos de 9 milímetros, venían ocupando todo lo ancho de la ruta, y los que estaban del lado de la banquina, en una parte que hay monte, de ahí venían algunos con esas armas, nos damos cuenta enseguida porque no es la primera vez que nos reprimen y sabemos diferenciar el ruido. Pegamos el grito “están tirando con nueve”, y se cierra el grupo, y ahí la camioneta sale a toda velocidad rompiendo la fila de los peñi de la ruta, y ahí es que corremos a los gritos. Fue todo rápido pero pasó de todo, uno lo que atina es a seguir tirando piedras y tratar de que no entren a tu territorio, porque una vez que entran sabemos lo que pasa, no es la primera vez que rompen y queman todas nuestras cosas.

Los gendarmes incendiaron las casillas, rompieron juguetes, tajearon colchones y arrojaron todo lo que quedaba al río.

“Ahí veo un panorama general de todos mis peñi, hasta que se me atraviesa un Unimog en la tranquera, viene uno con un escudo y escopeta, patean entran todos luego de romper en candado. Traté de resistir un poquito más, pero ya estaban todos adentro. Iniciamos el repliegue hacia río. En ese momento lo cruzo a Santiago que iba a la casilla, le digo ‘por ahí no’, y yo sigo corriendo

–¿Quería buscar su mochila? ¿Ahí lo ven las lamien (hermanas)?

–Sí, cuando conversamos me enteré de eso, buscaba su mochila y su campera negra. Bajo por el río, lo costeo hasta un corral donde tenía el caballo atado. Cuando voy llegando escucho la voz de alto ‘quédate quieto, estás detenido’. Entonces me subo rápido, apretó la cincha y vuelvo a tomar el camino como volviendo, pero ya por arriba. El río está en bajada, hay como un pequeño cerro, yo subo al camino y en ese momento veo a tres efectivos de Gendarmería, dos de espalda y uno de frente, agachados, que iban golpeando al compañero. Lo afirmo porque era la campera que yo le había prestado ese día a la mañana. Ahora lo marcan a Santiago en el video el 31 con un círculo, donde claramente lo identifican. Por eso nos cambiamos la ropa, para no ser identificados por el poder político y judicial, porque sabemos que  vamos a terminar todos con causas. Habíamos decidido eso para cuidarnos. Cuando veo que van subiendo por el camino que yo bajé, y tres lo van golpeando con los puños. Viene un escopetero y me empieza a tirar, yo trato de tomar carrera con el caballo pero como viene otro también disparando pego la vuelta y me voy para el río, y cruzo. Me encuentro con los chicos que habían cruzado del otro lado, me preguntan si había alguien detenido y les digo que sí. Y sigo hasta un cerro que está justo en la guardia vieja, desde ahí con unos binoculares de bolsillo veo que sale el Unimog muy rápido, hasta el cruce de la 40 con la 70, ahí aparece otra camioneta blanca y hacen el traspaso, sale esa camioneta hacia Esquel. Lo reconozco por la campera y el pantalón negro que tenía.

–¿Hay más personas que puedan declarar esto que viste?

–Acá está claro que la justicia no busca a Santiago sino reconocer a integrantes de la comunidad para seguir persiguiéndolos. No tenemos ninguna garantía, tengo un auto de la policía y de Gendarmería parado a dónde me esté quedando, me siguen todo el tiempo, estuve trece horas precintado y fui golpeado en el último allanamiento del lunes 18.

Ese día el juez federal Guido Otranto encabezó un mega procedimiento con unos 400 uniformados, drones y helicópteros, en Cushamen y en Vuelta del Río. Santana y otro testigo estuvieron medio día en el piso, no los dejaban ir al baño ni comer, los ficharon mientras los acusaban de ser terroristas, e incluso cuando el juez la se había retirado los miembros del GEOP (Grupo Especial de Operaciones Policiales) casi fusilan a varios mapuches que llegaban desde el bosque y la ruta. La causa penal que Santana inició contra el magistrado, en la fiscalía federal donde su esposa es secretaria, no prosperó. Al día siguiente, cuando Otranto tuvo que recibir a la comunidad de Vuelta del Río que había ocupado su juzgado les dijo que el motivo del procedimiento era que los mapuches son sospechosos de haber tenido en su territorio a Maldonado. Oficialmente, el allanamiento era para secuestrar elementos de valor para la causa, lo cual finalmente consistió en dos mochilas y dos celulares.

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Una vez del otro lado del río, los peñi se secan prendiendo fuego, y con un celular que estaba allí enviaron un mensaje de texto a una lamien que estaba ubicada en la tranquera con el mensaje de que se habían llevado al Brujo. “No es la primera vez que nos reprimen, ya sabemos cruzar el río con temperaturas bajo cero, tenemos herramientas para sobrevivir después de una situación como esa. Esa lamien es Andrea Millañanco, ya declaró y aportó el número, así que el Estado de una vez por todas tiene que investigar en lugar de perseguir a las víctimas”.

— ¿Qué pasó finalmente con los binoculares?

–Durante el rastrillaje de Gendarmería del 15 de agosto por orden de Otranto, que entraron con las fuerzas federales. Se los pasé ese día a un peñi porque ese día mi tarea era resguardar a los niños, y cuando él se tiró al río la corriente se llevó el morral donde los había puesto, ahí se perdieron. Unos binoculares de bolsillo se consiguen, si los quieren hacemos una vaca y los compramos. Pero volvemos a lo mismo, los intereses de la justicia y el poder político, no hay ninguna voluntad de solucionar el conflicto. Yo soy sincero con todos, no tengo nada que ocultar, pero diga lo que diga van a interpretar lo que quieran, es una guerra mediática de medios que responden al sistema capitalista y al Estado y obviamente van a querer ensuciar nuestra lucha de cualquier manera. Hay montones de luchas sociales que están siendo reprimidas y estigmatizadas por esos mismos medios. Tenemos argumentos para dar todas las luchas, la mediática, la jurídica y la política. La solución es política, y si siguen judicializándolo cada vez vamos a ser más.

–¿Cuál sería la solución?

–Conversar en igualdad de condiciones, con nuestras autoridades en libertad, que devuelven todo el territorio usurpado a la gente que empobrecieron. Se tienen que seguir levantando los pueblos.

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–El 1 de agosto cuando los reprimen tenían a nueve de sus integrantes presos en Bariloche ¿Le parece casual? ¿Qué querían?

–Sí, pero siempre estamos en inferioridad de condiciones. Querían matar a uno, quieren que tengamos miedo y dejemos todo lo que hicimos hasta este momento.

Santana está procesado en una causa por la que fue detenido el 27 de mayo. “No me da vergüenza decirlo, me acusan de abigeato, de robar vacas sin ningún vehículo, no tienen pruebas en mi contra, es todo parte de un montaje”. De hecho, tras la represión previa la policía había soltado los animales y los mapuches sólo intentaron tratar de recuperar algunos, que eran suyos.

–¿Cómo siguió su vida luego de dar testimonio?

–Me aferro mucho a mi gente mapuche, hay diferencias con quienes no tenemos acuerdo políticamente, pero en este momento hay que ser objetivos, sacar a Facundo de la cárcel y que aparezca el compañero Santiago.

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Esa maldita costumbre de encubrir

“La historia se repite dos veces. La primera como tragedia, la segunda como farsa”.Karl Marx, El 18 Brumario de Luis Bonaparte.

A tres semanas desde la última vez que fue visto Santiago Maldonado, una a una fueron cayendo las mentiras oficiales, Ahora fueron por el desvío, que, paradójicamente, podría llevar a la punta del ovillo de un armado previo: el incendio de un puesto en Epuyén supuestamente por parte de Resistencia Ancestral Mapuche (RAM), en el cual Maldonado podría haber sido herido con un puñal. Ante el compacto montaje oficial. cabe preguntarse: ¿La familia, los amigos y las constancias del expediente son acaso menos creíbles que las conjeturas oficiales respecto a que Maldonado habría sido víctima de un puestero de la zona que se defendió cuando un grupo pro-mapuche lo atacó? Esa “hipótesis” lanzada por la secretaría de Seguridad ningunea el relato de la familia y los amigos de Santiago, como si no hubiera una larga historia de víctimas silenciadas. El juez le admite a Interpol que Santiago está desaparecido desde que fue «perseguido» por Gendarmería el 1 de agosto pero no avanza contra esa fuerza y el gobierno aún se permite dudar sobre su presencia en el lugar de los hechos. (foto archivo personal familia Maldonado).

Son los hippies rubios de El Bolsón. Santiago, “Brujo” o “Lechu” como lo llaman, se juntó el domingo 30 de julio con su amigo Ariel y le anticipó que pensaba ir de visita a la comunidad mapuche Pu Lof en Resistencia, de Cushamen. Su estado de salud no mostraba indicio alguno de haber sido apuñalado. Cinco días más tarde Ariel preocupado por la ausencia de su amigo lo llamó al celular, alguien atendió sin responder durante 22 segundos y la comunicación se interrumpió. Así lo declaró este joven ante el juez federal Guido Otranto en la causa por la desaparición de Santiago Maldonado. Los mapuches a los que iba a ver lo conocían y por eso reconocieron que era a él a quien agarraron los gendarmes la mañana del 1 de agosto durante el operativo represivo en esa comunidad, lo golpearon y lo metieron en una camioneta Unimog. Santiago había hablado con su mamá, Stella Peloso, el jueves 27 y si hubiera estado lastimado ella lo habría sabido. Mientras usinas oficiales alimentan el foco mediático con una versión que exculpa a la Gendarmería, la principal hipótesis respecto a la responsabilidad de esa fuerza sigue siendo, tal como sucede sistemáticamente en las investigaciones por desapariciones de personas en democracia, la más descuidada por parte de la justicia. De hecho, la fiscalía federal aún no se pronunció sobre el pedido de la abogada de la familia para cambiar la carátula de NN, averiguación de paradero por la de desaparición forzada de persona. Los nombres de los 130 gendarmes que entraron a la comunidad disparando balas de goma ingresaron al expediente que instruye la justicia federal recién hace dos días, pero el abogado de esa fuerza de seguridad ya tiene copias para ir armando la defensa porque, inexplicablemente, el juez federal Guido Otranto los aceptó como parte en la causa.

“Santiago es vegetariano, un pibe pacífico, en la feria de El Bolsón lo conocen todos, tirar esto de un posible apuñalado es muy bajo pero ya podemos esperar que digan cualquier cosa”, define su hermano Sergio, con un tono que ya denota más cansancio que indignación. 

A tres semanas desde la última vez que fue visto Santiago Maldonado, una a una fueron cayendo las mentiras oficiales: que los mapuches y la familia obstruyen la pesquisa, que la Gendarmería repelió la agresión de piedras de ocho mapuches cuando en realidad antes había hostigado y detenido a tres mujeres de la comunidad, que hay un “bando” que insiste en la desaparición siendo que en el expediente consta la denuncia por este delito desde la foja cero con testimonios y la denuncia de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (Apdh) de Esquel.

No funcionaron el video trucho de Entre Ríos y los barrios enteros donde todos usaban barba y rastas. Ahora fueron por el desvío, que, paradójicamente, podría llevar a la punta del ovillo de un armado previo: el incendio de un puesto en Epuyén supuestamente por parte de la Resistencia Ancestral Mapuche (RAM), en el cual Maldonado podría haber sido herido con un puñal. ¿Basado en qué? Nadie se atendió en los hospitales de la zona y una de las líneas celulares de Santiago se habría activado ese día en Epuyen. ¿Santiago se desangró en el desierto?

En este punto una parte de los investigadores se pregunta: ¿La familia, los amigos y las constancias del expediente son acaso menos creíbles que las conjeturas oficiales respecto a que Maldonado habría sido víctima de un puestero de la zona que se defendió cuando un grupo pro-mapuche lo atacó? Esa “hipótesis” lanzada por la secretaría de Seguridad ningunea el relato de la familia y los amigos de Santiago, como si no hubiera una larga historia de víctimas silenciadas.

PáginaI12 tuvo acceso a partes de los expedientes judiciales y reconstruyó los hechos a partir de fuentes judiciales, peritos, las querellas y la familia. Los investigadores coincidieron en que la justicia hizo medidas básicas, pero destacaron que “luego de siete días todo se hace tarde y mal”. Y agregaron que “esta demora es lo habitual en los casos de violencia institucional por lo cual es inevitable trazar similitudes con anteriores desapariciones en democracia. Es un mismo patrón, demorar las medidas preliminares lo cual concede una ventana de tiempo a la fuerza sospechada, y luego lanzar versiones distractivas, como fue el hallazgo de un cadáver NN en Punta Lara a pocos días de la desaparición del testigo Jorge Julio López”.

Miente, miente que algo quedará

Ariel había presentado un habeas corpus preventivo porque desde enero la policía de El Bolsón lo sometía a un permanente hostigamiento. Había sido detenido junto a uno de los hermanos de Facundo Jones Huala, el lonko de la comunidad Pu Lof Resistencia Cushamen preso en Bariloche y en huelga de hambre, luego de la feroz represión a los mapuches que reclaman su derecho a una parte de las tierras de la estancia del empresario Luciano Benetton. Cuando esta semana escuchó por televisión a la ministra Patricia Bullrich decir su nombre completo y su dirección durante la audiencia en el Senado llamó preocupado a su abogada. Se suponía que sería protegido dado que es uno de los testigos de identidad reservada del caso Maldonado.

El buzo. “Ni de casualidad estuvo Santiago en ese hecho de Epuyén, Ariel es su amigo, habló con él ese fin de semana y estaba perfecto de salud. Son amigos, los hippies del pueblo pero a Ariel lo persiguen como a los mapuches porque los apoya. Es él quien aporta el buzo de Santiago para que los perros busquen rastros, no es de otra persona como dicen por ahí”, dijo Verónica Heredia, abogada de la familia Maldonado, a PáginaI12. “Dicen por ahí” que esa prenda la habría proporcionado la comunidad mapuche para “sembrar evidencia falsa”. El rastro de Maldonado lo siguen los canes en base al olor de una gorra y un cuello polar encontrados donde fue golpeado, según los testigos que así lo declararon ante el juez.

Celulares. “Tenía tres, y como uno es de Chile fue suficiente para generar la suspicacia de sus nexos internacionales. Es todo un delirio. Hay actividad de llamadas hasta el 21 en uno de los aparatos y hasta el 27 en otro, pero además en el que está registrado en Chile se recibe la llamada de su amigo Ariel el día 4 de agosto”, agregó la letrada en diálogo con este diario desde Esquel. “Hay un teléfono que tenía un chip de Chile porque había estado ahí, y después había otro con otro número que no se si sería de él o no, pero lo usaba para sus tareas de tatuajes y figura en los folletos que repartía”, describió Sergio Maldonado, hermano de Santiago.

¿Plomo?. En la causa están siendo sometidas a pericias las municiones de goma que aparecieron en la escena. Pero según dos fuentes los gendarmes también tiraron con balas de plomo, lo cual consta en una causa diferente contra Gendarmería por “hostigamiento”, iniciada por las dos mujeres de la comunidad que fueron detenidas en el operativo represivo.

Gendarmes. Según el expediente hubo dos gendarmes mujeres heridas. Aún resulta incomprobable para las fuentes saber a qué se deben las amenazas que estaría recibiendo el jefe del escuadrón 35 de El Bolsón, Fabián Méndez.

Es falso que la Gendarmería actuó “de oficio” por la flagrancia del delito de arrojar piedras con “hondas boleadoras”. Esta es la línea de tiempo de los hechos:

31 de julio

–13.00: Seis gendarmes informan que hay siete vehículos detenidos por el corte de la ruta nacional 40.

–19.20: En presencia del comandante Fabián Méndez “se hacen fotografías y filmaciones por ser zona despoblada sin testigos”.

1 de agosto

–3.30: Personal del escuadrón 35 El Bolsón apoyado por personal del 36 Esquel aprovechando (sic) que los manifestantes no se encontraban sobre la ruta procedieron a desarmar cuatro barricadas compuestas por palos, árboles cortados, piedras y chatarras distribuidas estratégicamente.

–5.00: Labran el acta ante la ausencia de manifestantes no hubo enfrentamientos con personal uniformado. Una vez despejada la ruta en cumplimiento de la orden judicial se informó lo actuado al magistrado interviniente telefónicamente.

–9.00: El 1er alferez Daniel Gómez observa un vehículo gris que ingresa por un camino ubicado al margen de la ruta a la construcción ubicada a 400 metros.

–10.30: Observan egresar al vehículo y ordena a un vehículo oficial realizar un seguimiento controlado. Lo detienen e identifican a sus ocupantes, entre ellos la testigo Soraya. Luego los liberan pero sujetos a la causa 3144/2017 NN s/entorpecimiento de servicios públicos”. Se hacen tomas fotográficas y videos de rigor.

–11.15: En cumplimiento del oficio 972/2017 se procedió al despeje del corredor antes mencionado. Entre 8 y 10 personas se encontraban obstruyendo la normal circulación encapuchadas ostentando piedras que lanzan al personal de Gendarmería.

–13.30: Escuadrón 35 ingresan a través de la tranquera a fin de proceder a la aprehensión de los agresores.

Esta cronología da cuenta de que la comunicación con el juez Otranto no se produce luego de la pedrada con que los mapuches intentaron resistir el desalojo de la ruta, como sostuvo la ministra Bullricj, sino varias horas antes de la misma. Y omite detalle alguno sobre Santiago Maldonado. Su nombre recién aparece a fojas 1, en la denuncia de Julio Saquero, de la Apdh de Esquel, y en la declaración de una testigo de la comunidad ante el defensor oficial Fernando Machado.

A diferencia del escueto relato de los uniformados, la mujer describió que ingresaron al territorio en medio de disparos, empujando a sus hijos y quemando las carpas y pertenencias de los mapuches. “Búsquenlos”, era el grito que repetían. “Uno de los integrantes del Lof vio cuando se llevaban detenido al compa Santiago Peloso (apellido materno del desaparecido)”, dijo la testigo. Su mayor preocupación era evitar los efectos traumáticos de lo que habían vivido esa mañana en sus hijos, porque afirmó que “episodios de violencia son frecuentes”. Y aportó tres vainas servidas antimotín de 70 milímetros, y una sin percutar. Por su parte, Saquero ante el defensor Machado declaró que el ciudadano Santiago Peloso estaba presente durante el procedimiento de la Gendarmería para desalojar la ruta 40, “de quien no se tienen más datos ni contacto alguno”, y que luego de verificar que no estuviera detenido en ninguna comisaría dejaba constancia de que se encontraba desaparecido. Una semana más tarde, a fojas 44 la fiscal federal subrogante Avalos pide a Gendarmería el detalle del personal y vehículos que intervinieron en la represión, así como solicita al juez el audio de una entrevista al subsecretario de Seguridad Pablo Nocetti.

Según figura en el listado de medidas adoptadas en la causa hasta el 14 de agosto, el juez solicitó a la División Rastros de la Policía Federal que determine si las huellas encontradas en el allanamiento de la vivienda donde paraba Santiago en El Bolsón pertenecen a él. A dos semanas del hecho, Otranto volvió a pedir el listado de quienes participaron del procedimiento represivo y la lista de vehículos utilizados “en el término improrrogable de 24 horas”. Gendarmería se tomó 72 horas para entregar, finalmente, los 130 nombres. El juez toma nota de las pruebas que le aporta el defensor oficial sobre el lavado de las camionetas y la rotura de una de las fajas de seguridad, pero lo único que hace al respecto es “requerir los datos de la persona que hizo entrega de los mismos”.

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Encubrir desde el minuto cero: episodio Epuyén.

“Gendarmería le responde a la fiscal que participaron del operativo sólo ocho gendarmes, de los cuales cuatro son mujeres, y a partir de ese momento comprendí que esa fuerza es la responsable acá, ocultaron desde el minuto cero”, se indigna Verónica Heredia, abogada de la familia Maldonado. PáginaI12 le había preguntado sobre cuál de todas las pruebas recogidas hasta ahora es la más contundente sobre el destino que pudo haber tenido el joven artista. Sin abrir especulaciones sobre los resultados de los peritajes de las muestras de sangre y cabellos halladas en los sucesivos allanamientos en el lugar y en el escuadrón 35 de Esquel, la letrada sí ponderó los testimonios. “Son contundentes y precisos, un testigo ve que Santiago no cruza el río, que lo agarran los gendarmes y lo golpean y una testigo observa cómo lo suben primero al Unimog, y luego lo pasan a una camioneta”, resume.

 

En el mismo escrito donde la abogada Heredia le pidió a la fiscal el cambio de calificación –tal como corresponde en estos casos según lo que había dispuesto la Procuradora General Alejandra Gils Carbó en el caso de la desaparición de Sergio Ávalos– consta una “oposición” que dio la primera señal de alerta. La letrada tuvo sospechas de que la muestra de sangre de Sergio Maldonado iba a ser cotejada en otro expediente penal y manifestó que como representante de la familia se oponía a que esa prueba fuera utilizada en otra investigación que no fuera la vinculada a la desaparición de Santiago.

Pocos días después, casualmente, estalla la versión del puestero –o más bien capataz del puesto de Benetton en Epuyén– apuñalando a uno de sus atacantes, quien según el gobierno podría ser el joven desaparecido. El círculo podría cerrarse con otra medida ad hoc: la solicitud del contenido de la historia clínica de Maldonado que fue requerido al hospital local. Si bien el incendio del puesto de Epuyén existió, como así su derivada causa penal, y tuvo mucho impacto en los pobladores de la zona, algunas voces dudan que haya sido obra de la RAM. En una entrevista de La Izquierda Diario, la madre de Facundo Jones Huala, el lonko de la comunidad mapuche de Cushamen detenido y en huelga de hambre, dijo que “muchos pueden tener miedo a quedar pegados porque se comieron el cuento de la RAM. Hoy leía una noticia sobre gente de Cholila que quedó sin trabajo y salió a hacer un corte de ruta y ya salieron a decir que era la RAM la que cortaba. Van quedando claras algunas cosas. ¿Quién es la RAM, los mapuches o los milicos?”.

http://www.laizquierdadiario.com/Maria-Isabel-Huala-A-Santiago-lo-desaparecieron-porque-lo-confundieron-con-un-mapuche?id_rubrique=1201

 A confesión de parte

El juez federal Guido Otranto declaró a una radio local que él “no afirma ni niega” que la Gendarmería sea la principal responsable de la desaparición de Santiago Maldonado. Sin embargo, según consta en su pedido a Interpol del 9 de agosto para requerir el “paradero internacional” del joven, el magistrado le dijo al jefe de esa fuerza que “el señor Maldonado fue visto por última vez en el Lof en Resistencia de Cushamen en instancias en que integraba un grupo de personas que eran perseguidas por personal de la Gendarmería Nacional luego de ser sorprendidos intentando cortar la circulación en la ruta nacional 40”. Perseguir como sinónimo de reprimir, dice el juez, en una cabal admisión de los hechos que se contradice con la parsimonia con que actúa respecto de esa fuerza de seguridad, al punto que autorizó que la misma tenga acceso al expediente, y siendo que la parte que investiga la fiscalía respecto de la desaparición forzada de Maldonado se encuentra bajo secreto de sumario. “Ya sucedió otras veces, el secreto es para la parte que representamos a la víctima”, se quejó la abogada Verónica Heredia.

Derechos ancestrales

“El criterio soy yo”, respondió el juez Otranto a los mapuches y a los militantes de derechos humanos que le pedían tiempo para consensuar los términos del ingreso al territorio, tal como establecen las leyes que protegen los derechos de los pueblos indígenas, incorporadas a la Constitución Nacional en 1994. Es el mismo magistrado que cincuenta y tres días antes de la desaparición de Maldonado informaba a la prensa que había archivado una denuncia contra Ricardo Parisi, el concejal de Cambiemos en Esquel quien, el miércoles 12 de abril de 2017 en una sesión del Concejo Deliberante local había proferido brutales insultos racistas y discriminatorios contra los mapuches. El concejal Parisi había afirmado a los gritos: “ustedes son unos negros de mierda; yo soy blanquito y no tengo sangre ni mapuche ni tehuelche”. Semejante afirmación iba dirigida a un grupo de mujeres del Sindicato de Obreros y Empleados Municipales (SOEME) de Esquel y del Consejo Municipal de la Mujer.

Como si hubiera dicho “el Estado soy yo”, Otranto y los gendarmes no respetaron lo acordado en cuanto a no pisar los sitios que los mapuches consideran intocables. Dijo esta semana Julio Saquero a Página12: “Así es acá, donde viven estos mismos funcionarios y lo saben, pero parece que el poder judicial no está a la altura de lo que establecen las leyes internacionales por eso en lugar de darles protección han sido históricamente la herramienta para atacarlos”. Todo indica el Legislativo tampoco estuvo a la altura porque a la ministra Bullrich nadie le mencionó las normas que protegen el territorio mapuche cuando insistió en que “no colaboran” con la investigacióm.

Epílogo

Las autoridades judiciales y políticas ignoran, descalifican o tergiversan los dichos de la familia y los amigos del “hippie” Maldonado, del mismo modo que cuando desapareció Jorge Julio López insistían con que podía ser “un viejito perdido que se fue a tomar el té a la casa de su tía”. Una vez más, ¿quién da verosimilitud a los hechos que van apareciendo, las interpretaciones del gobierno y algunos medios o quienes los recogen, abogados, fiscales, defensores, familiares y organismos ddhh?

El conjunto de operaciones sobre el expediente y en los medios, además de las afirmaciones públicas de los funcionarios macristas no podrían definirse de otra manera que como una gran farsa orientada a poner un velo sobre un nuevo episodio trágico que se suma a las 200 desapariciones sucedidas bajo gobiernos democráticos, según datos de la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional. Sin embargo, Maldonado es el primero en ser desaparecido en circunstancias de la represión a una protesta social.

¿Cómo desarticular una farsa? La causa está desdoblada, el juez Otranto se quedó con el trámite de los tres habeas corpus iniciales, y en sus manos no hay nada sobre el episodio de Epuyén. La investigación por el delito de desaparición forzada está delegada en la fiscalía de Alejandra Avalos, quien decretó el secreto de sumario. Entonces, las “versiones” sólo pueden surgir de fuentes oficiales o de la propia fiscalía que rompe su medida.

Como quien ajusta la lente de una cámara fotográfica, para tomar dimensión de los niveles a los que puede alcanzar el encubrimiento y la impunidad en Chubut, cabe recordar que durante el caso por la desaparición de Iván Torres, por el cual fue condenado el Estado argentino por parte del Corte Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, murieron siete personas, entre testigos y amigos de la víctima.

Germán Maldonado dijo frente al Congreso que Santiago, egresado de Bellas Artes, era artista y músico, que escribía y amaba viajar. Pero Maldonado es llamado “tatuador”, “artesano” o directamente “activista de la RAM” de rastas largas, que vivía en comunidad y leía bibliografía “revolucionaria” a favor de la causa mapuche, por quienes no escuchan a la familia sino al gobierno. “Bullrich no nos pidió disculpas por no haberlo ubicado con vida”, dijo Sergio Maldonado a Página12 desde Bariloche. “Lo del puestero es una payasada lo que dicen del puestero para desviar todo, el último día que habló con mi vieja fue el 27, y está en el listado de llamadas del teléfono con el que hablaba con ella y mi abuela”, enfatizó. Y agregó: “Lo único que falta es que saquen un cuchillo ensangrentado, que lo hayan tenido guardado desde el día 21, sería totalmente ridículo pero ya no sé lo que pueden inventar. Se lo vió después de esa fecha, no tuvo nada que ver ni participó en lo que pasó en ese lugar, sigue desviando la atención”. Para este comerciante de 48 años cuya vida se dió vuelta hace tres semanas, “es tan simple, alcanza con que vayan a preguntar a la biblioteca de El Bolsón, adonde iba siempre a tomar mate y a charlar por largos ratos”. Sergio lo quiere de vuelta, para volver a abrazarlo (como en la foto que acompaña esta nota), y confiesa que es algo «chocante» ver el rostro de su hermano por todas partes cuando en verdad a él no lo gustaba ser fotografiado.

Ayer en 25 de Mayo, ciudad de origen de los Maldonado, hubo mural, recuerdo y homenaje.

25 de Mayo x Maldonado

Así, una a una van cayendo las mentiras oficiales: que los mapuches y la familia obstruyen, que la Gendarmería repelió la agresión de piedras de ocho mapuches cuando en realidad antes había detenido a tres mujeres de la comunidad (el video difundido por C5N que sería parte de la causa evidencia que la ruta ya estaba despejada cuando los uniformados se lanzaron a la cacería de los mapuches), que hay un “bando” que insiste en la desaparición siendo que en el expediente consta la denuncia por este delito desde la foja cero, como publicó este diario hace cuatro días.

“El énfasis del gobierno en desviar y tergiversar pone aún más en evidencia que propicia el encubrimiento directo de una desaparición de persona ocurrida durante un operativo represivo en medio de la Patagonia”, opinó una alta fuente del caso. La dinámica vertiginosa que se va desplegando como capítulos de una serie de terror propicia el olvido de momentos significativos, como la respuesta del juez Otranto cuando le exigieron que ordenara a la Gendarmería retirarse del lugar de los hechos, donde sigue apostada hasta hoy. “No puedo, está por orden del gobierno nacional”.

Santiago en presente está desaparecido, la multitud que exigió en Plaza de Mayo su aparición con vida pretende que no integre esa lista que con el paso del tiempo obliga a mencionarlos en pasado. La desaparición forzada de personas en democracia es la historia que se repite.